Como recuerda Ana Berruguete, comisaria de esta muestra, «en más de una ocasión Korda llegó a señalar que fue la necesidad de captar la belleza de las mujeres la que le hizo fotógrafo. Era tal su obsesión, que el retrato femenino constituyó el nervio angular de su trayectoria. Aprendió la técnica de manera autodidacta retratando a mujeres. Desarrolló su estilo a través de la fotografía de moda y publicidad, donde se reservó las campañas que implicasen fotografiarlas. Aplicó el mismo lenguaje, caracterizado por el retrato simbólico y atemporal, a los líderes de la Revolución y en ella, también buscó mujeres bellas a las que retratar. Cinco meses más tarde de una última sesión fotográfica llevada a cabo con modelos profesionales en São Paulo, siendo ya un reputado artista internacional, Korda falleció en París».
En 1953, junto a Luis Pierce, crearía los Studios Korda, dedicados fundamentalmente a la fotografía publicitaria. De entre los encargos que recibían, Korda se reservó las campañas publicitarias de importantes firmas comerciales (Bacardí, los ateliers de los modistos, campañas turísticas nacionales, portadas de revistas, compañías de seguro, etc.), siempre vinculadas a la belleza femenina como género, para los cuales desarrolló una estética coherente con el styling, el diseño y las tendencias artísticas de los años cincuenta, cubanos e internacionales.
Literatura e imagen
Muchos de estos reportajes, concebidos como actos creativos ajenos a la demanda de un determinado cliente y tomando como modelo a jóvenes anónimas encontradas en la calle o atraídas por la creciente fama de Korda, fueron publicados sistemáticamente en las páginas de la revista Carteles, decana de las publicaciones cubanas, caracterizada por un variado índice temático de artículos y secciones. Las fotos eran concebidas como secuencias narrativas, acompañadas de breves textos de Guillermo Cabrera Infante, bajo el seudónimo de G. Caín; un mano a mano entre literatura e imagen.
A partir de enero de 1959, con el inicio de la Revolución, Korda sumó a la dinámica cotidiana la responsabilidad histórica y artística de retratar el nuevo contexto y, de la noche a la mañana, el espacio que ocupó una modelo frente a la cámara lo ocuparon las jóvenes guerrilleras, como si fueran otro tipo de modelos, y a las mujeres que acudían a los desfiles militares.
Esta es la historia que cuenta la exposición: el incansable deseo de Korda por inmortalizar la belleza de las mujeres. Pero es un relato inacabado puesto que el archivo de Studios Korda fue confiscado en marzo de 1968 por el Departamento de Lacra Social del Ministerio del Interior cubano. Todos los negativos y equipos fueron llevados a paradero desconocido. Semanas más tarde solo se pudieron recuperar los negativos dedicados a la Revolución, que son los que actualmente se conservan en los archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de Cuba. Como afirma su hija, Diana Díaz, «no perdemos la esperanza de que aparezcan en alguna caja olvidada de algún archivo».
La exposición ha sido organizada por PHotoEspaña, la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y el Museo Cerralbo.