Tal y como recuerda Cortés Arrese, «el texto es el punto de partida al encuentro de un mundo de sensaciones en el que la cámara de David Blázquez ha conseguido una textura, una cercanía emocional que ha hecho posible que los protagonistas de El Greco nos devuelvan la mirada».
Artistas, eruditos y curiosos han visitado Castilla-La Mancha desde hace más de un siglo interesados por sus ciudades y pueblos, por la singularidad de los tejidos urbanos, por los conventos, iglesias y catedrales: Toledo, Sigüenza, Cuenca… que ocupan un lugar propio en el panorama artístico europeo. También recorrieron la región seducidos por sus paisajes, de acusadas reminiscencias literarias e históricas. Y hubo pintores: Beruete, Sorolla, Palencia, Enrique Vera, Úbeda, que los recrearon al amparo de El Greco.
Muchos de estos viajeros se afanaron también por conocer y sentir los lugares por donde el cretense vivió y transitó en Toledo, a la búsqueda de sus fuentes de inspiración, de la mentalidad e idiosincrasia de sus clientes y amigos, de sus obras; obras que, desde la rehabilitación del pintor, se han convertido en una imagen de marca de Toledo y de Castilla-La Mancha. Rehabilitación en la que jugaron un papel sustancial toledanos ilustres: Francisco de Borja San Román, Angel Vegue, Ramón Urabayen o Antonio Sierra. Las páginas de este libro se ocupan de sus testimonios sobresalientes y de la memoria de los clientes y trabajos del artista, en el horizonte de Toledo y en el conjunto de Castilla-La Mancha.
Y la aparición de nuevas obras de El Greco en las primeras décadas del siglo XX, en Almadrones, Cuerva, Daimiel, Huete, Las Pedroñeras, Malagón o Sigüenza, que se unieron a las ya conocidas de Illescas y Orgaz, reveló que la procedencia geográfica de los clientes del candiota era más amplia de lo que se pensaba tradicionalmente, alcanzaba a todas las provincias que hoy forman la comunidad; cuadros de devoción en su mayoría, de expresión apasionada y tratamiento plástico libre, que demuestran que el ‘fuego griego’ se extendió por los campos de greda y almagra, poblaciones de romántica silueta y llanuras esmeraldas, mesetas y serranías, las tierras de Castilla-La Mancha a las que también alcanzó su memoria.
El fuego griego
Miguel Cortés Arrese
Fotografía: David Blázquez
224 p / 24,5 x 31,6 cm
40 euros