Sin embargo, los acontecimientos hablaron por sí mismos y Goya, como intelectual comprometido, no eludió el compromiso e intentó dar respuesta a grandes preguntas como: ¿puede imponerse el bien por la fuerza? ¿Es posible controlar la violencia con la razón?
Bajo el título Goya. A la sombra de las luces, el último libro (Galaxia Gutenberg) del intelectual, filósofo y escritor francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov (Sofía, 1939), Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, sostiene que a través de su pintura el artista español intentó dar respuesta a esas grandes cuestiones.
Todorov analiza al Goya pensador, al indagador de las potencias oscuras que, en paralelo a la voluntad y a la razón, dominan la vida de los hombres. El resultado es un libro brillante y desmitificador, como lo son aquellos textos que abren caminos e iluminan.
Como apunta el propio autor, no es un libro de historia del arte, sino un capítulo de la historia del pensamiento. «A partir de mediados del XIX, la historia del arte en Europa dio un giro que la apartó del estudio del pensamiento y se quedó en un mero estudio de la forma. Con excepciones, que las hubo y numerosas, se puede afirmar que el arte en la mayoría de los países de Europa dejó de lado la discusión de las ideas. Esta perspectiva resulta especialmente dañina en el caso de Goya, porque además de ser uno de los mayores pintores que ha conocido la humanidad, al tiempo es uno de los pensadores más brillantes que ha generado el continente, al nivel de Goethe o Dostoievski«.
¿Ha sido menospreciado el pensamiento de Goya?
Así lo creo. Goya tiene una enorme dimensión como pensador y ha sido víctima de una cierta desconsideración por parte de los filósofos e ideólogos de su tiempo. Siempre se ha pensado que si bien existían ideas en su obra pictórica, se consideraba que esas ideas no eran propias, sino pálido reflejo de lo que pensaban otros, y más brillantes, intelectuales contemporáneos. Nada menos cierto. Desde la convicción absoluta, en mi libro afirmo que Goya va mucho más allá de ese pensamiento contemporáneo, del pensamiento de las luces. Es más, el pensamiento de Goya contribuye decisivamente a que ese pensamiento de las luces llegase más hondo y más lejos.
¿Apunta usted que Goya cultiva dos corrientes creativas paralelas?
Efectivamente, hay una característica que hace que Goya sea único. No tiene equivalente en la pintura europea. Su obra sigue dos corrientes paralelas e independientes. Por una parte hay una obra hecha por encargo destinada a una difusión pública y, por otro lado y eso resulta absolutamente excepcional, hay otra cuantitativamente igual de importante integrada por obras que no eran de encargo y que no estaban destinadas a ser mostradas y a ser vistas por lo que podríamos llamar espectadores generales.
Esta obra pintada en la intimidad fue configurando una obra secreta que arranca con los dibujos. Son unos dibujos numerados que incluyen leyendas, una distinta en cada caso y que no enseña absolutamente a nadie. Este fenómeno se extiende a los grabados, que en principio se concibieron para ser reproducidos y vendidos, pero él decide retirarlos de la venta y comienza entonces la aventura de ilustrar Los Desastres de la guerra que no serían públicamente difundidos hasta 40 años después de la muerte del pintor. O Los Esperpentos, que no vio nadie, salvo él, hasta pasados más de 50 años de su desaparición.
¿No hay más casos de este tipo en la historia?
Muchos pintores han pintado en la confidencialidad de su casa, pero en este caso pinta temas muy comprometidos, la pintura negra. Sobre toda esa obra jamás se dijo una palabra en vida del pintor. Fue, simplemente, como si no hubiera existido para sus contemporáneos. Esa división entre la obra pública y la privada o secreta es absolutamente única. Hay algunos casos en cierto modo similares, como los de determinados artistas soviéticos que producían una obra acorde con las normas del momento y destinadas al consumo público, y en la intimidad seguían produciendo otro tipo de pinturas, pero no existe paralelismo real, como ha podido comprobarse cuando, tras la caída del muro de Berlín, se constató que apenas había obra encubierta de todos esos autores.
Su libro profundiza en esa vertiente subterránea…
Así es. Mi libro aborda, fundamentalmente, la obra subterránea de Goya. Mi objetivo es remarcar el pensamiento que hay encerrado en esa obra secreta, clandestina para su tiempo, si lo preferimos así. Esta obra, insisto, no tiene parangón en la historia de la pintura. No hay ningún otro artista que jamás haya hecho algo así.