Su obra habla por él. Mucho más que un productor, Querejeta contribuyó a la construcción de la carrera de cineastas como Antxon Eceiza, Carlos Saura, Víctor Erice, Manuel Gutiérrez Aragón, Montxo Armendáriz o Fernando León de Aranoa, y solo se implicó en los proyectos que le interesaban y conmovían.
Sin cambiar de método en las cinco décadas en las que marcó la pauta de nuestra cinematografía, puso en pie muchas películas que renovaron las formas y los temas abordados por el cine patrio del final del franquismo y la Transición.
Historias por contar
Con su muerte, se quedan en el cajón historias por contar, de las que prefería no hablar hasta que no estuvieran hechas porque consideraba que traía mala suerte hablar de proyectos. Dejó escrito el guión de 33 días, que supuso su reencuentro con Carlos Saura, y el argumento de España y las siete artes, un recorrido por nuestro país por disciplinas artísticas anteriores al cine. Seguía trabajando por y para el celuloide, al que se aficionó jugando con una cámara Pathé-Baby en casa de sus padres.
Querejeta no dejó a nadie indiferente a lo largo de su dilatada carrera. Pero antes de ser el productor de La caza, El espíritu de la colmena, El desencanto, Cría Cuervos, Pascual Duarte, Tasio, Habla, mudita, Los lunes al sol y Cuando vuelvas a mi lado, entre otros muchos títulos, participó en la fundación de cine-clubs, estudió Químicas y Derecho y fue futbolista de la Real Sociedad.
Una larga carrera
Querejeta comenzó su carrera cinematográfica en Madrid, donde firmó su primer cortometraje, A través de San Sebastián, junto a Antonio Eceiza, con el que también rodó el corto A través del fútbol y coescribió el guión de Los inocentes, historia que dirigió Juan Antonio Bardem.
Se lanzó a producir en solitario en 1964, año en el que fundó una compañía que se asentó como una alternativa con perfiles propios y que funcionó con un equipo estable de colaboradores: el montador Pablo G. Del Amo, el jefe de producción Primitivo Álvaro, el músico Luis de Pablo, el operador Luis Cuadrado, etc.
De la factoría Elías Querejeta PC salieron muchas películas que circularon y suscitaron debate, intención que siempre persiguió con sus trabajos porque entendía que la función del cine, desde su nacimiento, era acercarse a la realidad.
Su compromiso con el cine le valió numerosos homenajes y premios: El Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro de la Academia, institución de la que era Miembro de Honor, el que le entregó Jean Renoir en el Festival de Venecia, etc.
Director tardío
También guionista y director, tarea en la que se estrenó a los 75 años con Cerca de tus ojos, no entendía el cine como una industria, sino como una forma de artesanía para la que tenía que existir una estructura económica sólida. Se fue adaptando a la nuevas maneras de hacer y contemplar cine.
Lo que no mudó este pionero en abordar temas sociales y políticos fue su manera de implicarse en las historias a las que se pegaba. «El compromiso social es ineludible. La televisión se está acercando mucho a esa realidad cotidiana y eso es importante. Pero el cine, que es más pausado y profundo, debería ser el que se aproximara más a la realidad, una realidad que yo veo crítica».
Feliz
Nunca entró a analizar su aportación al cine y todo lo que consiguió apostando por los primeros filmes de los que hoy son directores consagrados. «No sé si consagrados, pero sí son conocidos. Lo que más me satisface es seguir manteniendo relación con esas personas», declaró este señor de Hernani que veía mucho cine en casa.
«Rojo de corazón», según sus palabras, Querejeta, que sorteó la censura franquista, siempre pensó que el público «era como yo. Jamás lo he menospreciado, por eso pensaba que lo que me interesaba a mí también podía interesar a los demás», recalcaba el productor vasco, que se fue con la sensación de no haber hecho esa película «redonda» y sin pena porque los derechos de sus producciones ya no estaban en su poder. «Están en la Filmoteca Española y otra parte la tiene Enrique Cerezo. No estoy triste porque se siguen viendo».