En la última gira, la de 2011, el guitarrista estuvo a punto de no venir. Se incorporó al tour en el último momento y pudo tocar en los conciertos de Barcelona y San Sebastián después de pasar por una clínica para superar sus adicciones. Sin embargo, dos años más tarde ha faltado a la cita alimentando los rumores. ¿Rehabilitación de nuevo? ¿Discusión con Jon?
Ayer, un par de horas antes del concierto, los chicos de Nueva Jersey hacían declaraciones para los medios en una extraña alfombra roja por la que pasaban como las estrellas que son. Ante la pregunta ¿qué pasa con Richie?, a Jon se le cambiaba la cara y contestaba con un escueto: «Paciencia. Richie está bien». Cada uno que piense lo que quiera.
30 metros de escenario
Puntuales, a las 22.00 h, salían al flamante escenario, que reproducía nada menos que el morro de un Buick Electra 225 de 1959. Decenas de pantallitas hacían de defensa, flanqueadas por dos pantallones a los lados y por la luna del descapotable que hacía de proyector.
«Buenas tardes, mi familia especial. Os doy las gracias por vuestro apoyo durante todos estos años. Estamos con vosotros y vosotros estáis con nosotros», decía Jon Bon Jovi. Sin duda se presentaba una noche especial.
En un principio, España no estaba incluida entre las 30 citas de la gira y la banda quiso que fuera posible a pesar de la crisis. Para ello decidió que no cobraría por el concierto en Madrid y que las entradas tendrían un precio ‘amigo’ que iría de 18 a 39 euros para sufragar los gastos del montaje del espectáculo. Madrid les respondió formando un mosaico de colores con la palabra ‘gracias’.
Tico Torres, el batería, hablando en español, decía «España siempre ha estado ahí. Desde que empezamos en los 80, desde el año 1984. Los fans españoles son muy importantes para nosotros y si podemos ayudarles en algo, perfecto. Nos gusta ayudar en lo que podemos, como ya hicimos, por ejemplo, con un concierto benéfico en favor de las víctimas del huracán Mitch».
What about now
Los primeros acordes de la noche llegaron con That’s what the water made me, de su último álbum What about now, para continuar con temas míticos como You give love (a bad name), Raise your hands o Runaway, que el público coreó y bailó.
Cuando le llegó el turno a Born to be my baby y a It’s my life se notó mucho la falta de Sambora. Aunque el guitarrista sustituto lo intentó, y lo intentó, y lo volvió a intentar con el talk box, aquello no sonaba igual. Se echó en falta también su famosa e insustituible guitarra de doble mástil y el hermanamiento tradicional de la banda. Ayer, más bien, parecía que tocaban cada uno por su lado, Jon Bon Jovi era el todopoderoso ser supremo, y el resto grandes músicos a los que había reunido para la ocasión.
El punto álgido
Sin embargo, no se le puede negar a Jon su capacidad para hacer que el público se derrita y se conmueva. Sonreía y el Calderón temblaba, hablaba y todo eran cánticos. Cuando movió su cuerpo al son de las maracas de Keep the faith o cuando cantó la mitad de la letra de Bed of roses en español ya tenía al público deshecho. Éste sería el clímax de la noche a pesar de que todavía tendría que bailar sevillanas y enfundarse en la camiseta de la selección española para anunciar: «España 1, Italia 0, acabamos de ganar a Italia y jugaremos contra Brasil la final. ¡Enhorabuena!». Sin duda, este chico sabe cómo provocar y cómo meterse a la gente en el bolsillo. Quizás por eso la revista Forbes ha dicho que es el quinto músico más poderoso del mundo.
Después de una tanda de canciones flojitas, llegaría la traca final con una ristra de mensajes positivos y temas como Have a nice day y Livin’ on a prayer, que comenzó en versión acústica.
Cuando ya no se esperaba más, la banda demostró que aún podía ser más generosa y regaló Always y These Days. Exhausto y emocionado, Jon Bon Jovi se arrodillaba ante el público de Madrid tras dos horas y 45 minutos de concierto: «Nos vemos en la próxima gira».