La visita del director estadounidense a Madrid se enmarca en la celebración del Festival Rizoma, cita que ha aprovechado para dar conferencias, protagonizar encuentros universitarios y disfrutar de exclusivas cenas y fiestas nocturnas.
El polifacético artista (cineasta, músico, pintor…) mantuvo una animada charla conducida por el periodista y director artístico de la Escuela TAI, Carlos Reviriego, que derivó en su segunda mitad en una conversación con la audiencia. La ocasión fue aprovechada por los asistentes para acribillarle a preguntas con las que saciar la curiosidad que genera la obra (y la personalidad) de este artista de culto.
Lynch según Lynch
Uno de los puntos fuertes de la entrevista con el periodista Carlos Reviriego fue descubrir la facilidad con la que David Lynch entierra los lugares comunes que pueblan las discusiones acerca de su cine. “No soy un surrealista, me gusta el surrealismo pero también otras cosas; todo cabe en el cine”.
El carácter onírico de sus películas ha sido ampliamente discutido, pero el director niega que sus ideas le asalten cuando está en brazos de Morfeo. “Me gusta soñar despierto”. Una vez, sin embargo, sí encontró inspiración mientras dormía. “Teníamos el 95% de Terciopelo azul acabado, pero había un gran agujero que no se tapaba”. La solución le llegó de la forma más inesperada. “Tenía una reunión en las oficinas Universal y la persona con la que me había citado se retrasaba. Me senté a esperar y en ese momento me vino a la memoria el sueño de la noche anterior. Me levanté y le pedí papel y lápiz a la secretaria para escribirlo todo rápidamente”. Por supuesto, no detalló qué gran idea fue aquella. El espectador tendrá que intentar averiguarlo por su propia cuenta.
Reviriego le lanzó una interesante cuestión: ¿Cómo define Lynch lo lynchiano? “Mi doctor me dijo que no pensase en ello”. Risas entre el público, pero el entrevistador no se amedrentó. “¿No hay una definición del término lynchiano que nos pueda dar David Lynch?”. El autor zanjó la discusión con un seco “no”, que hizo las delicias de un público que disfrutaba con estas muestras de carácter.
«Nunca he visto una película de Luis Buñuel»
David Lynch no ve cine actual. “El día solo tiene 24 horas y a mí me gusta trabajar”. Tampoco conoce la cinematografía española. “Nunca he visto una película de Luis Buñuel”. Sus intereses son tantos y tan variados que llegar a todo le es imposible… y da la impresión de que no le preocupa lo más mínimo. Sí le gusta, sin embargo, el cine de los hermanos Coen, a los que califica de «sólidos», el de Martin Scorsese o el de Aki Kaurismäki.
Tampoco le inquietan los derroteros que ha tomado en la época de Internet el consumo de productos audiovisuales. Al preguntarle qué le parece que alguien vea Terciopelo azul en la pantalla de un ordenador portátil, habiendo sido concebida para proyectarse en la sala de un cine, Lynch lo tiene claro: “Da igual lo que yo diga, es algo se va a seguir haciendo”. ¿Y qué hay del futuro del cine? «El cine no va a desaparecer. Está viviendo cambios».
Concibiendo ideas
“Siempre hablo de las ideas en términos de pesca”, cuenta el director. “Lo primero que tienes que hacer es ir a pescar, y cuando vas no sabes qué es lo que pescarás”. A la hora de seleccionar las mejores, tiene en cuenta tanto la calidad como su potencial cinematográfico.
¿Es Madrid una ciudad donde se pueden tener buenas ideas? “No conozco Madrid, no conozco su carácter, pero una buena idea puede llegar en cualquier lugar”, asegura. A pesar de lo breve y ajetreado de su visita, le ha dado tiempo a acercarse al Museo del Prado, donde disfrutó de El jardín de las delicias, de El Bosco. “Es verdaderamente emocionante”.
Durante la ronda de preguntas de los estudiantes de la Escuela TAI, contestó a una de esas cuestiones que es imposible no formularle a un personaje de su talla. Una estudiante se lanzó a pedirle consejo para todos aquellos jóvenes artistas que están empezando en el mundo del cine. «Sé fiel a tu ser, encuentra tu propia voz, nunca rechaces una buena idea y jamás sigas una mala», respondió tras un breve silencio.
Qué sencillo parece cuando es David Lynch quien lo dice.