El abanico nació en el antiguo Egipto y Asia. Se trata de una pieza inventada como instrumento para refrescarse, pero a lo largo de la historia se han ido realizando con diferentes materiales y adornándose de diversas maneras, por lo que, en ocasiones, se han convertido en auténticas piezas artísticas. Algunas de estas obras de arte se recogen en 59 abanicos de 59 artistas.
El origen de todos los abanicos que forman parte de esta muestra es el mismo, en 1971 se invita a un grupo de artistas a que trabajen en el diseño de un abanico para una subasta benéfica. Las obras realizadas se expusieron en ese año en la Galería Trece de Barcelona y ha permanecido desde entonces en una colección particular.
Distintas generaciones y estilos
El grupo de pintores y escultores que participó en este proyecto es representativo de la escena artística española del momento, en la que convivían artistas de distintas generaciones. Engloba a pintores de las vanguardias históricas (Caballero, Dalí, Miró) y de la Escuela de París (Clavé, Grau Sala), dando paso a la renovación de los últimos años cuarenta de la mano del grupo que nació en torno a la revista Dau al Set (Cuixart, Guinovart, Tàpies).
Además están representados los artistas vinculados al informalismo, tanto en su vertiente catalana (Hernández Pijuan, Ràfols Casamada) como madrileña, con el grupo El Paso (Canogar, Millares, Rivera, Serrano, Francés) y los pintores y escultores en torno a él (Farreras, Hernández Mompó, Lucio Muñoz). La abstracción viene también acompañada de su vertiente geométrica (Gabino, Sempere), así como de los artistas que trabajaron en torno al Museo de Arte Abstracto Español (Torner, Zóbel).
El paso a los años 60 está marcado con la presencia de los catalanes (Arranz-Bravo, Artigau, Llimós, Sala) y la selección se cierra con artistas activos en la década siguiente (Gudiol, Maya, Muntadas, Soler Pedret). Pero no fueron únicamente artistas los que participaron en el proyecto, también lo hicieron algunos literatos aficionados al dibujo como Alberti y Neruda. Buena parte de los pintores y escultores de la muestra están representados en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca y en el Museu Fundación Juan March de Palma, especialmente los vinculados a la generación de los 50.
Preocupaciones artísticas
El abanico es un instrumento que ha estado presente en la pintura española desde los retratos femeninos de Sánchez Coello. Sin embargo, en este encargo los artistas se olvidaron de los planteamientos de la tradición pictórica española. Al decorar el abanico plasmaron sus preocupaciones artísticas como si el soporte no fuera distinto de un lienzo, pero la forma que tiene limitaba la escena.
Muchos de los trabajos presentados estaban en consonancia con la trayectoria artística del pintor en cuestión, como es el caso de Joan Miró, que desarrolla grafismos coloristas de gran simplicidad; de Antoni Tàpies, quien aplica la pintura directamente recurriendo a planteamientos informalistas; de Eusebio Sempere, que aplica una alternancia cromática en cada uno de los pliegues para remitir a la abstracción geométrica de efecto óptico que caracteriza su producción; de Manuel Millares, que entiende el abanico como otro soporte en el que desarrollar escritura antigua, misteriosa e indescifrable, en la que trabaja a partir de los primeros años 70.
Un nuevo lienzo
Es necesario destacar que los artistas abordaron el encargo de distinta manera. Mientras que algunos concibieron el abanico de una manera más decorativa, dejando la fuente, nombre que recibe la base rígida y plegable, sin intervenir (Araujo, Burguillos, Gabino, Ràfols-Casamada), otros decoraron el país, la tela adherida, y la base entendiendo el soporte como un todo (Artigas, Francés, Llimós, Muntadas).
En este sentido resulta interesante el uso que Rafael Canogar hace de la fuente: se sirve de ella para ocultar los cuerpos de los personajes que protagonizan una composición marcada por la denuncia social.