Convocado por la Calcografía Nacional, este galardón fue instituido en 1993 con el triple objetivo de reconocer la labor de los creadores que se dedican al grabado y técnicas afines, impulsar su práctica y estimular el coleccionismo de estampas. Tal como se recogía en el acta del jurado, a Plensa se le otorgó este galardón por su dedicación al “mundo de la estampa, sus adecuaciones técnicas y conceptuales y por sus innovaciones de procedimiento del arte gráfico”.

Más conocido por su faceta como escultor, Plensa ha irrumpido en el mundo gráfico con una obra muy elaborada y personal, imágenes con las que el espectador puede interactuar en una constante dualidad que llena de agilidad su proceso de creación.

Amante de la obra múltiple

Gran amante de la obra múltiple, cuenta con una extensa producción enarte gráfico, en la que puede apreciarse su carácter multidisciplinar. La estampa es un espacio de experimentaciones en el que el artista se vale detodos los procedimientos tradicionales del grabado, así como de las técnicas más novedosas y experimentales. El resultado es una obra de invención sorprendente, en la que conviven en perfecto equilibrio la tradición y la innovación.

La exposición ofrece una panorámica perfecta de su trabajo en el mundo del arte gráfico desde los años 90 hasta nuestros días. En series como Voleurs, Anònim, Les Silhouettes o Shadow, grupos como ABC o Caligrafías, sus obras compuestas por collages y fotografías como The Porter, The Messenger, Blood o Tears, o sus litografías como Bartók, Berlioz, Schönberg o Verdi, existe una simbiosis perfecta entre la escultura, la poesía, la palabra y la imagen en papel. Su propuesta gráfica se adentra en las formas más variadas de expresión, creando efectos de relieve y de textura por medio del gofrado del papel, a la vez que las palabras se convierten en imágenes hechas para ser miradas.

Intensa biografía

Desde 1980, fecha de su primera exposición en Barcelona, Jaume Plensa (Barcelona, 1955) ha vivido y trabajado en Berlín, Bruselas, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Barcelona. Ha sido profesor en la École Nationale des Beaux-Arts en París y colabora asiduamente como profesor invitado en la School of the Art Institute de la Universidad de Chicago. Ha impartido numerosas conferencias y cursos en universidades, museos e instituciones culturales en todo el mundo.

Ha sido galardonado con varios premios nacionales e internacionales, de los cuales cabe destacar: Medaille des Chevaliers des Arts et Lettres, Ministerio de Cultura, París, 1993; Premio de la Fondation Atelier Calder, Saché, Francia, 1996; Premi Nacional de Cultura d’Arts Plàstiques de la Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1997; Doctor Honoris Causa por la School of the Art Intitute de la Universidad de Chicago, Chicago, 2005; Mash Award for Public Sculpture, Londres, 2009; Premio Nacional de Artes Plásticas, Madrid, 2012; Premio Nacional de Arte Gráfico, Madrid, 2013; Premio Velázquez, Madrid, 2013.

Expone su obra regularmente en galerías y museos de Europa, Estados Unidos y Asia. Una faceta importante de su obra se desarrolla en la escultura en espacios públicos. Tiene obras en ciudades de España, Francia, Japón, Inglaterra, Corea, Alemania, Canadá, Estados Unidos, etc.

Defensor de la obra gráfica desde sus inicios, ha realizado numerosas exposiciones consagradas al arte gráfico y múltiples, destacando las retrospectivas: Jaume Plensa, libros, grabados y múltiples 1978-2003 en el Musée des Beaux Arts de Caen, 2004; Fundación César Manrique en Lanzarote, 2004; Centre de la Gravure et de l’Image Imprimée, La Louvière, Bélgica, 2006; Fundació Pilar i Joan Miró, Palma de Mallorca, 2006; Jaume Plensa, obra gráfica 2005-2008, Fundación Fuendetodos, 2008; Le Jandin des Mots, Musée du dessin et de l’estampe originale, Gravellines 2012.

Expone regularmente su trabajo en la Galerie Lelong de París, Galerie Lelong de Nueva York, y en Richard Gray Gallery en Chicago y Nueva York.

 

Plensa, artista gráfico

Caroline Joubert, conservadora del Museo de Bellas Artes de Caen, Francia

Desde hace casi tres décadas, la obra de Jaume Plensa se impone por la gran diversidad de sus formas de expresión, en sus aspectos espectaculares, bien se trate de esculturas-instalaciones de grandes dimensiones, de encargos públicos, de escenografías y vestuarios para ópera, o de la parte más íntima constituida por dibujos, libros, estampas y múltiples sobre papel.  Esta pluralidad de una creación libremente asumida, así como la ambivalencia de la significación que recorre y  penetra su obra, se inscriben evidentemente en una estrategia particular de “codificación” y de redefinición de la funcionalidad artística. En un momento de nuestra historia sometido a la equivalencia de los signos –una equivalencia generalizada y que se ha vuelto casi irreversible-, es necesaria una voluntad nueva; la voluntad de afirmar de otra manera, y en todos los registros, los poderes de la palabra y de la imagen.

Si lo proteiforme y lo heterogéneo son los caracteres inmediatamente más visibles de la escultura de Jaume Plensa, en todo caso, tal como se ha desarrollado desde finales de los ochenta, estos dos adjetivos podrían retomarse para calificar su obra impresa: el recurso a los procedimientos tradicionales del grabado, al mismo tiempo que a las técnicas más experimentales, la tipología de las intenciones y de las formas están marcadas aquí también por el espíritu del nomadismo. No siguen en absoluto un trayecto lineal, sino que más bien parecen llevadas por un principio de expansión al mismo tiempo aleatorio y reticular. Plensa no se reconoce en una conducta con reglas prefijadas; por el contrario, en cada una de sus obras solicita la técnica, el material, el soporte o el medio que le parecen más adecuados a su pensamiento, según el momento.

Lejos de sentirse cautivo de cualquier práctica, busca, abandona, formula de otra manera, sin renegar nunca de nada, a riesgo de equivocarse, constantemente expuesto a la duda. Retomando el aforismo de Elias Canetti “la perfección no deja entrar a nadie”, Plensa reivindica sin falsa vergüenza el derecho al error –uno de los muchos materiales de la experiencia artística, según él-, y hace de la duda, a medio camino entre la reflexión impotente y el acto audaz, lo previo a toda creación.

El lenguaje técnico de Plensa se ha alejado progresivamente del campo tradicional del grabado para inventar fórmulas inéditas. Todas sus obras parecen inspiradas por un mismo ensueño metafísico que, partiendo del cuerpo, establece aproximaciones inesperadas y revela conexiones ocultas. En el corazón de su pensamiento y de su trabajo, el cuerpo es para el artista “el instrumento de referencia, el regulador, la lamparilla, el patrón de comparación de la certeza, el reloj del presente” del que hablaba Paul Valery en su Bibliothèque de la Pléiade.

Desarmar al espectador no es uno de los objetivos de Plensa. No obstante, tanto las estampas como las esculturas obedecen a una dialéctica compleja, desestabilizadora, conscientemente liberada de las categorías preestablecidas, a un arte que pretende mantenerse libre en sus contenidos y en su forma; cada obra de Jaume Plensa deja resonar su musicalidad singular, tiende imperceptiblemente a reorientar nuestro deseo de mirar y de ver mejor. Un deseo que solamente los caminos del sueño tienen la suerte de cumplir.

[Extracto del texto De la imagen a la palabra publicado en Jaume Plensa, libros, grabados y múltiples sobre papel 1978-2012, Editions Galerie Lelong, París, 2012]