Los cuadros de Mandani tienen un carácter narrativo. Se inspira en los cómics de Alan Moore y Robert Crumb, y su producción contiene numerosas referencias a la historia del arte, que van desde el expresionismo abstracto al minimalismo, como, por ejemplo, la pintura de goteo de Jackson Pollock o la técnica de derrame pictórico de Morris Louis.
Tala Madani reflexiona en su obra sobre la masculinidad, las dinámicas de grupo, la sexualidad y los juegos de poder, temas que trata con humor, pero también con la violencia imposible de los dibujos animados.
La artista iraní imagina los rituales extraños y carentes de sentido del ámbito masculino. Sus pinturas de grupos de hombres en ropa interior o para dormir, felizmente inconscientes, y en aparente disfrute de sus propios apuros y de la compañía de sus iguales, se encuentran llenas de una sensación de exhibicionismo absurdo. A este respecto la pintora asegura que «deja que hable el subconsciente».
Momentos íntimos
En sus pinturas y en sus animaciones digitales representa a hombres satisfaciendo sus necesidades fisiológicas y en momentos sumamente íntimos compartidos de una manera extraña. A estas actividades aplica colores o motivos supuestamente femeninos.
Dejando a un lado lo corporal, afirma que algunas de sus obras hablan de un éxtasis religioso, espiritual o sexual. Son como enredos inextricables y perturbadores que critican las camarillas masculinas de poder. Madani asegura que utiliza el humor como un recurso para que «todo el mundo baje la guardia».
En una de sus series recientes representa a niños de una colección clásica de iniciación a la lectura, libros que reflejaban los roles de género conservadores de la década de 1950. Cuando llegó a Estados Unidos, siendo aún adolescente, la propia artista los utilizó para aprender inglés.
Madani presenta a esos niños junto a sus habituales figuras masculinas con un comportamiento bondadoso o malvado, subvirtiendo las ilustraciones originales y alterando su existencia ordenada mediante acciones anárquicas.