Recogida en cinco grandes bloques temáticos: En la ciudad, El niño, Construyendo nidos, Lo que hacen los demás y ¡Ah, la libertad!, el Museo ABC ofrece hasta el 4 de mayo una exposición en la que muestra los bocetos originales del autor, varios de sus cuadernos y alguna instalación. Así, recorrer sus carpetas, sus anotaciones y sus procesos permite conocer a la vez su personal uso del collage, la acuarela, las tintas, los acrílicos o las monotipias.
Con una mirada siempre innovadora, Zabala es uno de los ilustradores europeos de más prestigio. Cuenta con más de 80 libros publicados en 16 idiomas que van desde los clásicos como Cervantes, Shakespeare, García Lorca, Rodari, Melville o Chejov hasta textos propios para personas de 0 a 99 años. Reflexivo, pausado y apasionado por el mundo al que pertenece, conversa con hoyesarte.com.
La exposición en torno a El pájaro enjaulado está planteada como si nos adentráramos en su estudio, ya que contiene gran número de bocetos y pruebas, ¿cómo es ese estudio?
Tengo el estudio en casa, que tiene una distribución de esas venecianas y está llena de saloncitos varios que he ido colonizando poco a poco. La verdad es que está un poco revuelto, pero me encuentro estupendamente allí, en mi orden desordenado. Al final, un libro es una cosa muy ordenada que se hace, en mi caso, en un espacio bastante desordenado. También hay ilustradores que son muy ordenados y tienen su estudio muy bien. Creo que todo el mundo tiene el estudio como es, es decir, según su personalidad. Si eres muy caótico trabajando, seguro que tienes un estudio más caótico, aunque no sé si es esa es la palabra correcta, quizás es mejor decir más emocional. En mi caso es eso porque soy más emocional.
Ese estudio también dependerá del tipo de materiales que se utilicen, en su caso muy variados.
En cualquier estudio de artista es muy difícil poner orden porque en él se producen muchas cosas y no se tiene mucho tiempo. Si un día decides ordenarlo, pues muy bien, lo ordenas, pero eso te durará dos semanas más o menos.
Conozco a muchas personas que tienen un rito y antes de empezar un trabajo nuevo ordenan la mesa. Yo antes lo hacía, pero ahora me es absolutamente imposible y no puedo. Me gusta estar operativo al 100 % y me gusta, además, ese caos porque cambio mucho de técnica. Me encuentro a gusto así.
“Van Gogh ha sido un compañero, un norte, un faro emocional”
¿Cómo le llegó la idea de ilustrar un libro a partir de una carta de Van Gogh?
El proyecto me llegó a través de un amigo editor. El problema más gordo con el que me enfrenté fue que el escritor de esta carta fuera el propio Van Gogh. En este caso había una parte del autor que no podía obviarse, su parte plástica.
He hecho hasta tres libros con pintores en los que he tenido que mezclar mi mundo con el suyo siempre desde el respeto. En realidad, no creo que Van Gogh tenga mucho que ver conmigo plásticamente. Quizá sí emocionalmente, pero plásticamente no. Nuestros trabajos están hoy bastante alejados.
Necesitaba un nexo común, un sitio donde estar a gusto trabajando y respetar a la vez su manera de contar, así que estuve pensando en eso muchos meses, años, hasta que se me ocurrió que Hokusai, el pintor japonés, podía ser un nexo perfecto y probé por ahí. No funcionó bien porque sentí que no era suficiente y que se alejaba de Van Gogh. Aunque al pintor holandés le sirvió de inspiración, no tiene nada que ver con lo que hizo después.
¿Y cómo logró finalmente unir su obra a la de Van Gogh?
Empecé a trabajar obviando un poco este problema y cuando ya estaba terminando el libro había algo que seguía sin encajarme después de tres versiones. Necesité meter más color porque veía que el contraste con el texto, que hablaba de unas preocupaciones emocionales fuertes, debía ser más amable. Al final cambié la cubierta e hice las primeras ilustraciones con las casas más coloristas. Pretendía que dieran una sensación agobiante por su geometría, como decir, vivimos en jaulas de oro o algo así.
Me di cuenta que sin quererlo o haberlo pretendido mi trabajo quedó mucho más cerca de Paul Klee que de Van Gogh. Nuestro nexo al final es él.
¿Y por qué dice que emocionalmente sí se parece a Van Gogh?
La lucha de Van Gogh se asemeja mucho a la de casi cualquier artista. En su caso fue incluso excesiva porque tenía un carácter tremendo y no sé si problemas psicológicos o psiquiátricos o no, no sé si alguien lo sabe ciertamente… Lo que sabemos es que era complicado. Leí su biografía cuando tenía 16 años y desde entonces ha sido un compañero, un norte, un faro emocional. Es como si me dijera “busca lo que quieres”, “lucha por lo que quieres”. Es una declaración de intenciones. Me gusta mucho. Es el paradigma del pintor maldito que no vendió ni un cuadro en vida y que vivió de su arte a su manera con todas sus tensiones y sus agonías.
“La ilustración te elige a ti”
¿Qué le hizo encaminarse por el mundo de la ilustración y abandonar los estudios de Veterinaria y Derecho?
Es vocación pura y dura. Es algo que te elije a ti. Es una pasión, una manera de vivir, es algo que deseas. Cuando estaba en el bachillerato no quería hacer otra cosa que estudiar Bellas Artes pero mis padres me llevaron a un psicólogo que les dijo que me dejaran hacer lo que quisiera. Al final, en el formulario que había que rellenar puse Bellas Artes, Arquitectura y Veterinaria. La última la puse porque había leído dos libros en verano de un veterinario de Gales y como en León había Veterinaria mis padres quisieron que estudiara eso y que luego si quería podía hacer Bellas Artes. Lo dejé en el primer año. Luego me metí en Derecho, pero como vieron que era imposible conmigo entré en la Escuela de Arte en Oviedo..
¿Qué ha cambiado desde esos inicios?
Recuerdo perfectamente que cuando decidí dedicarme a esto era como tirarse a una piscina en la que no sabías si había agua o no. El gremio no tenía ninguna visibilidad social a pesar de que en los 70 y 80 hubo un boom de la ilustración infantil. Desde entonces hasta ahora ha llovido mucho, hemos avanzado mucho. Creo que hoy en España somos un referente internacional de la ilustración y el mercado español es de los más valientes que hay en Europa y en el mundo, quizás sólo por detrás del francés, que todavía nos aventaja. Tenemos literatura ilustrada para adultos, muy difícil de encontrar en otros países de nuestro entorno (sobre todo con el nivel de producciones que tenemos aquí) .
“En España hacemos cada vez más libros de 0 a 99 años”
¿Podemos estar contentos?
Todo eso es para estar contentos, sin embargo no tenemos que estarlo tanto con el apoyo de la Administración, porque, por ejemplo, en la Feria de Bolonia no hay estand español desde hace un par de años. Llevo 25 años yendo y siempre hubo uno. Es una feria profesional y somos el cuarto país publicando libros. No parece muy lógico. Hay uno catalán y otro gallego, eso sí, y hay montones de editoriales pequeñas que entonces no estaban representadas en la feria.
¿Se considera más un ilustrador para adultos?
No me creo nada que tenga que ver con etiquetas o apellidos. En España hacemos cada vez más libros de 0 a 99 años y también en eso nos diferenciamos de otros mercados. Lo que tengo claro es que dibujo para niños como si fueran personas inteligentes, normales, mucho más receptivos que los adultos. Entiendo que esto es una cosa que el mercado ha querido y no que los editores hayan promovido. Los pocos álbumes que salieron en esa dirección hace 10 o 15 años tuvieron una repercusión muy seria que hoy continúa. La primera edición del primer libro que hice de este tipo, el clásico Bartleby, el escribiente, se vendió completa en 15 días y costaba 30 euros. Ese era el apetito que tenía el mercado. A partir de ahí fueron saliendo editoriales o aquellas que no estaban especializadas en ello lo fueron incorporando a sus catálogos.
“Los mejores libros ilustrados los han escrito ilustradores”
Apasionado de los clásicos, ¿cuál es el reto de ilustrarlos?
A mí me apasionan los textos buenos y con los clásicos te aseguras de que el texto es bueno porque está testado por el tiempo. Más allá de eso muchas veces son cosas que deciden las editoriales. Ahora, por ejemplo, acabo de publicar Las aventuras del Barón Munchausen, un proyecto que le propuse a la editorial y les encantó.
A mí me gustan los textos buenos pero el problema es que hay muchísimos autores muy buenos, pero que al no ser específicos del sector, no funcionan. A veces meter en cuatro folios o menos toda la tensión, al arquitectura que tiene un relato, sus puntos dramáticos y que sirva para ser ilustrado es muy complicado. Hay muchos escritores buenos que este ámbito no lo controlan y, de hecho, los mejores libros ilustrados los han escrito ilustradores como Maurice Sendak, Max Velthuijs, Tomi Ungerer…
¿Cómo consigue el éxito un ilustrador?
Nadie sabe una manera de conseguirlo, pero sí conozco una manera de no conseguirlo: ir a buscarlo. Eso es lo que no hay que hacer. A partir de ahí creo que hay que buscar trabajos que te gusten y trabajos que puedan potenciar tu manera de hacer, luego el libro tiene su vida y llegará donde llegue. Hay libros que he hecho que son mejores que otros desde un punto de vista objetivo y en cambio estos otros funcionan mejor y no sabes por qué.
Ha dicho que “todo debe pasar por un filtro personal”…
Esto es lo más difícil para un artista. Doy muchos cursos de ilustración y siempre lo digo. Se trata de metabolizar tanto una técnica como una manera de narrar como una filosofía en general. Creo que si tienes sentido del humor eso se reflejará en lo que hagas, si eres un cascarrabias tus ilustraciones lo serán también, si eres un amargado pasará lo mismo, si eres culto se verá en tu trabajo, si te gusta el cine también se verá en ellas… Uno ilustra como es. Creo que es importante que todos los elementos que vas a usar concuerden con tu manera de ser. En mi caso, por ejemplo, todas las técnicas que uso son muy inmediatas. Eso no quiere decir que no trabajes, para nada, porque de hecho es muy costoso buscar el gesto, la expresión…
“Cada uno expresa las cosas de diferente manera. Es lo apasionante de esta profesión”
¿Para usted qué es ilustrar?
Comunicar. Es un hecho artístico que debe comunicar más que algo a nivel pictórico a secas. Ilustrar tiene muchísimos matices porque cada uno expresa las cosas de diferente manera. A veces se expresan de una forma muy barroca, a veces de una forma muy sintética. Es lo apasionante de esta profesión. Cada proyecto es completamente diferente.
¿Y los premios?
Son bonitos siempre. Ilusionan mucho. Ahora me han dado el Premio Kirico, un premio de los Libreros. Es muy bonito.
¿Qué proyectos tiene?
Acabo de publicar Las aventuras del Barón Munchausen (Nórdica) y tengo previsto El Bolero de Ravel para Kalandraka. Un libro diferente, difícil… porque se trata de ilustrar la música. También otro con una editorial pequeña de Santander que se llama Un cuento, pero no puedo decir el escritor porque es libre de derechos. Otra cualidad que tienen los clásicos. Son bonitos todos los proyectos que tengo, en realidad pretendo que lo sean, aunque en un pasado inmediato, hace nada, me equivoqué con alguno. Eso también te enseña a mantenerte en alerta porque piensas que ya no te van a volver a pasar algunas cosas, pero vuelven.