Para Martínez estar de nuevo en el Teatro Real, y sobre todo con esta obra, supone un momento muy importante. «El reto era agrupar a tres de los grandes creadores de todos los tiempos en una sola coreografía. La otra pieza es es sólo un paso a dos que he hecho yo», ha señalado.

Sin embargo, desde este mes los bailarines, actores y técnicos de las unidades del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM) no percibirán las horas extras si han superado las 60 anuales y serán compensados con días de libranza, lo que podría afectar al desarrollo de los diferentes compromisos de cada unidad, y en concreto, también al estreno de la CND del próximo sábado.

“Es difícil saber a día de hoy si se va a llegar al estreno o no. Estamos haciendo todo lo posible”, ha afirmado José Carlos Martínez esta misma mañana. «La situación es compleja. Las horas extras son optativas y estamos viendo día a día si cada persona está dispuesta a hacer esas horas retribuidas con tiempo libre».

Clásico y contemporáneo

La primera de las piezas, Allegro Brillante, es de Balanchine y «no necesita demasiada presentación. En ella está presente todo lo que Balanchine sabía de ballet clásico en 13 minutos». Bajo la música del Concierto para piano nº3, op. 75 de Chaikovski, fue estrenada por el New York City Ballet en marzo de 1956.

El paso a dos creado por Martínez se llama Delibes Suite y tiene la factura clásica -adagio, variación del bailarín, variación de la bailarina y coda-. Conforma, junto a la anterior, la primera parte del espectáculo.

La segunda recae en una pieza de William Forysthe creada para el ballet de la Ópera de París en 1987. Se llama In the middle, somewhat elevated y se trata de «una pieza muy difícil de bailar técnicamente, que la Compañía empezó a preparar en octubre”. La pieza carece de efectos externos, se concentra en la forma tradicional de tema y variaciones: el tema inicial, bailado por la bailarina, va en aumento en relación al número de bailarines, hasta que su conjunto se transforma en variaciones y pas de deux de creciente complejidad.

Casi-Casa de Mats Ek para cerrar

La cuarta pieza es del coreógrafo Mats Ek, que estos días está en Madrid junto a su asistente Ana Laguna. «Presento aquí un ballet que prácticamente hice para José Carlos Martínez cuando estaba en París, aunque fue estrenado en Cuba en el año 2009. Se llamaba originalmente París, pero para poder girarla tuve que hacerla más corta combinándola con otra. El resultado es una mezcla de estas dos piezas con fragmentos nuevos», ha apuntado el coreógrafo sueco.

«Está construido a partir de una serie de objetos conocidos: una puerta, una silla, un fogón y una lámpara. Estos objetos están repartidos por una superficie a modo de paisaje. Son objetos que se alienan los unos a los otros y con ellos hemos creado una serie de objetos diferentes. Hemos querido retratar a la vez el reconocimiento y la sorpresa con ellos», ha añadido.

«Esta obra habla del hogar, de las casa, un lugar vinculado a la seguridad, al refugio, pero también el lugar donde se cometen más crímenes y más abusos. Yo he querido utilizar esa tensión. La música es de Fleshquartet, un grupo sueco que toca instrumentos de cuerda de forma brillante. Ana Laguna y Mariko Aoyama han pasado un tiempo aquí, espero que el suficiente para dar a conocer todo lo necesario para los bailarines».

Problemas

De los 42 bailarines que conforman la CND están fuera del convenio del INAEM unos 10, que son primeros bailarines y cobrarían un salario en torno a los 1.800 euros. El resto está bajo convenio y casi todos, a excepción de dos o tres, han superado las 60 horas anuales extra.

«El gran problema es que un bailarín que hace sus horas puede cobrar al mes menos de 1.000 euros. Si pasa de 60 horas extra éstas se cambiarían por tiempo libre, ¿y de dónde lo van a sacar? Un bailarín lo que quiere es bailar, así que estamos calculando todo para seguir produciendo. Mi proyecto para la CND es que sea el motor de la danza de este país y no puedo seguir si no hay producciones nuevas», ha confesado el director de la Compañía remitiéndose a la famosa frase “no podemos bailar más rápido que la música”. Sin embargo ha afirmado que antes de irse luchará.

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La mirada de Mats Ek

Influyente y relevante creador de la historia de la danza actual, Mats Ek tiene un legado coreográfico de más de cuarenta ballets. Hijo de la legendaria Birgit Cullberg, fundadora en 1965 del Cullberg Ballet y hermano de Niklas, bailarín principal durante muchos años del Swedish Royal Ballet, no se interesó por la danza hasta los 17 años. En el Ballet Cullberg, sinónimo de consolidación y prestigio a nivel mundial, ha permanecido Mats Ek más de 20 años. Allí nació su primera obra, The officer´s servant (1976) y allí comenzó a gestarse el reconocimiento internacional que le precede con obras como su personal y rompedora revisión de clásicos como Giselle (1982), El lago de los cisnes (1987), Carmen (1992) o La bella durmiente (1996). También con otras obras como A sort of (1997), Appartement (2000), Solo for two (2002), Fluke (2002) o la reciente Aluminio (2005), creada para la Compañía Nacional de Danza.

Hace un par de años, el artista anunciaba su retirada. «El hecho de que haya decidido tomarme algún tiempo no tiene nada que ver con la CND ni con su director. Dentro de nada cumpliré 70 años y quería tener la sensación de no tener nada pendiente y pasar tiempo con mi familia y mi mujer. Sin embargo es algo que no está escrito en piedra, está escrito en arena», afirma. Buena preuba de ello es que tiene comprometido todo el año 2015.

«La primera vez que vine a trabajar con la CND estaba Nacho Duato y la compañía estaba construida sobre sus coreografía. En los últimos años hay una demanda de las compañías nacionales de tener un repertorio clásico y eso es en lo que José Carlos Martínez está trabajando, a la vez que lo combina con repertorio moderno», señala. «Además hay grandes compañías clásicas que están intentando acceder a un repertorio moderno pero lo están haciendo a modo de un decorado. Si se quiere hacer realmente hay que trabajar duro y creo que eso es lo que está haciendo la CND».

El aclamado creador cree que muchas coreografías clásicas hoy en día que nada tienen que ver con las de hace años y que eso es parte del juego. «Se dice que el ballet es la primera forma de arte, pero lleva implícito que la danza tiene que renovarse. Por eso, cuando se crea algo uno debe ser consciente de que puede desvanecerse».