Escribe Fo: «Lucrecia… Es ella la sacrificada a la menor oportunidad sin una sola pizca de piedad, tanto por su padre como por su hermano, en la vorágine de los intereses financieros y políticos. Lo que pueda pensar la dulce muchacha no les preocupa en absoluto. Por otra parte, no es más que una mujer, juicio que valía lo mismo para un padre y futuro Papa como para un hermano que llegará a cardenal. De hecho, en ciertos momentos, Lucrecia es sólo un paquete con pechos redondos y estupendas nalgas. Ah, se me olvidaba, también sus ojos están cargados de hechizo».
Lucrecia Borgia: hija de un Papa, tres veces casada, un marido asesinado, un hijo ilegítimo… Todo en solo 39 años y en pleno Renacimiento. La suya fue una vida desbordante que ha sido objeto de atención de escritores, filósofos e historiadores.
Homenaje
Ahora, como sentido homenaje a su esposa y estrecha colaboradora Franca Rame, fallecida en mayo de 2013, Dario Fo nos hace vivir la fascinación de las cortes renacentistas, con el Papa Alejandro VI, un infame ejemplo de pontífice que alcanzó cotas inimaginables de corrupción y vileza, o el diabólico hermano de Lucrecia, César.
También con sus maridos, expulsados, asesinados, humillados, y sus amantes, el primero de todos el gran humanista Pietro Bembo, con el que compartía el amor por el arte, por la poesía y el teatro. Todos ellos peones del despiadado juego del poder.
Todos ellos manejados por los Borgia que, originarios del reino de Valencia, se sitúan en el ojo del huracán del libro de Fo. Un vendaval pútrido que arrasó a la mujer protagonista de una páginas de interés creciente. Texto ágil y de lectura envolvente, Lucrecia Borgia sale retratada muy lejos de ese tópico de paradigma de la perversión.
De entrada, Fo niega las acusaciones de incesto con su padre y su hermano. También desmiente que Lucrecia tuviera un romance con el marqués de Mantua, su concuñado. Se detallan sus tristes matrimonios: el primero cuando apenas contaba con 13 años con Giovanni Sforza, que huyó prevenido por su esposa y al que se le obligó a reconocer impotencia, declarándose nulo el enlace. Alfonso de Aragón, el segundo, fue utilizado por el entorno mientras César Borgia aspiraba al reino de Nápoles, pero una vez descartada esa pretensión fue asesinado en presencia de Lucrecia. El tercero fue el duque de Ferrara Alfonso d´Este, que sobreviviría a la protagonista cuando ésta falleció de sobreparto en 1519.
El retrato que dibuja Darío Fo muestra a una mujer consciente de que su supervivencia depende de la de su familia pero que, al tiempo, repudia la falta de escrúpulos de quienes la rodean. Una Lucrecia astuta, seductora y ambiciosa que acabará por ser arrastrada, más que por sus intereses, por los de quienes, sin miramiento alguno, la utilizaron como una marioneta.
Fo es Fo
Darío Fo (Sangiano, Lombardía, Italia, 1926), siempre directo y polémico, afirma, al referirse al personaje que novela, que «es un insulto el modo en que la historia ha presentado a esta gran mujer, haciéndola pasar y mostrándola como una puta».
«En todas las historia famosas, como la de los Borgia, nos tropezamos siempre con distintas versiones del drama. En la mayor parte de los casos, sin embargo, es fácil descubrir un propósito deformante, sobre todo desde el punto de vista histórico. Personalmente, no he hecho otra cosa que buscar la verdad».
La cuidada edición de Siruela, en su colección Nuevos Tiempos, incluye una serie de ilustraciones del propio autor inspiradas en retratos renacentistas.
Por lo que se refiere al mundo del Renacimiento, el Premio Nobel declara: «A diferencia de lo que dijo un imbécil que los italianos tuvimos como ministro, -y cita a Tremonti, que fuera titular de Economía en uno de los gobiernos de Berlusconi-, afirmando que de la cultura no se come, los gobernantes del Renacimiento tenían muy clara la fuerza de la cultura. Eran conscientes de que cuando al frente de una ciudad hay un hombre culto en lugar de un guerrero, las ventajas son muy notables. En el Renacimiento la cultura era defendida, también por los gobernantes, como una arma extraordinaria de enorme poder sobre las conciencias de los ciudadanos».