Hijos de buenas familias, Juan Pardo, Fernando Arbex, Junior Morales y Manolo González eran justamente por aquellos días lo más excitante que le había pasado hasta entonces a la música española. Vivían por entonces un momento de verdadera efervescencia: habían grabado poco antes su primer disco y estaban escribiendo el segundo, que sería su gran clásico. Uno y otro conocidos con el mismo nombre del grupo. La formación original no grabaría más: Juan y Junior abandonarían la banda para buscar el éxito como dúo y Fernando Arbex haría dos discos más bajo el nombre de Los Brincos pero explorando otros sonidos.
Las conexiones con The Beatles son múltiples. Entre los teloneros de la banda de Lennon y McCartney en Las Ventas estaban los Pekenikes, grupo al que pertenecieron Juan Pardo y Junior y primer conjunto en hacer una versión de los británicos (She loves you).
Desde el principio, Los Brincos mostraron una enorme habilidad para las melodías y las armonías vocales con ecos inconfundiblemente beatlelianos. Pero las similitudes no acaban aquí: los españoles fueron igualmente un fenómeno de fans, se dieron cuenta, como sus modelos, de que había que gastar un look inconfundible (‘momento capa española’), protagonizar alguna película y, sobre todo y por encima de todo, disponer de un repertorio propio.
Porque de nada serviría ser consciente de todo esto si detrás no hay grandes canciones y de eso fueron sobrados Los Brincos en apenas tres años: temas luminosos, de influencia beatle pero al mismo tiempo netamente españoles y eso que grabaron mucho material en inglés y en italiano.
Otro rasgo compartido con los creadores de Revolver: ganas de ser cada día mejores. Así lo contó hace casi treinta años el periodista Jesús Ordovás en su Historia de la música pop española (Alianza Editorial, 1987): “Un conjunto con auténtica personalidad, diferente a todos los que hasta ese momento han aparecido en el campo de la música moderna. Tratan de superarse en cada una de sus interpretaciones. No imitan ni tratan de imitar a nadie. Su repertorio es inagotable”. El mismo Ordovás abrió bastantes años después su libro Los discos esenciales del pop español (Lungwerg, 2010) con el primer disco de la banda, vinilo que definió como “piedra filosofal del pop español”.
Los dos minutos de Flamenco fueron el primer golpe en la mesa de Los Brincos pese a no ser tema predilecto de ningún miembro del grupo. Inaugura, según Ordovás, algo así como la “chulería española” aplicada al pop y abre el camino a temas como Volando voy de Kiko Veneno o el Caray de Gabinete Caligari.
César Campoy, autor del breve pero esencial Érase una vez Los Brincos y Juan & Junior (EFE EME, 2006), escribió que la pieza en cuestión fue hace cincuenta años una inolvidable “bofetada” al que escuchaba por primera vez esta canción de su ópera prima: “Los aires flamencos y castizos se fusionaban con afilados riffs de guitarra eléctrica y, por si fuera poco, cuando uno lograba recuperarse de la escandalera propiciada por la desgarrada voz de Juan Pardo, el cúmulo de coros y los gritos del resto del grupo, se topaba con una letra tremendamente cruda, impertinente y chula”.
Flamenco fue número uno y poco después, concretamente el verano en que los “cuatro melenudos salieron al tablado” de Las Ventas, según crónica del NODO, la canción que ocupaba el puesto número uno de las listas españolas era también propiedad de Los Brincos: Borracho. Tras éste llegó el tercer número uno y también tiene relación con la banda inglesa: Tú me dijiste adiós desbancó a Yesterday de la cima en el escalafón de nuestro país. Una canción que, como apunta Campoy en su libro, es un “medio tiempo embriagador que seguía a rajatabla los requisitos del sonido Brincos: luminosas voces, brillantes guitarras, arreglos cuidados y estrofas tan pegadizas que cumplían la función de estribillo”.
También serían número uno Mejor, Un sorbito de champagne y Lola. Esta última se grabó cuando Juan y Junior habían dejado el grupo por diferencias con Fernando y éste era ya dueño y señor de Los Brincos. Lola volvió a enfrentarles con The Beatles: pero esta vez fueron los de Liverpool, con All you need is love, los que apearon a la banda española del puesto de cabeza en la lista de hits.
Si en el Reino Unido pueden escribir tranquilamente que Harrison, Lennon y McCartney son tres de los más grandes autores de canciones del siglo pasado, otro tanto podemos hacer por estas tierras y reconocer al menos que a mediados de los sesenta pocos se podían medir al talento que derrocharon Juan Pardo, Junior y Fernando Arbex para sus discos y para los de otros (Miguel Ríos, Marisol, Rocío Durcal…). Fueron, como escribió Diego A. Manrique a la muerte de Arbex, “la adaptación española del modelo de The Beatles: conjunto autosuficiente en composiciones, diferentes voces, armonías vocales, imagen castiza, arrogancia de chicos dorados. Subieron el listón del pop español hasta entonces apocado y dependiente de las versiones de temas foráneos”.
Hicieron, en palabras del crítico musical Salvador Catalán publicadas en Rock de Luxe, “una lectura elegante y armónicamente rica del pop de Liverpool con el tópico amor/desamor como fondo de sus textos y preservando constantes nacionales además de una estética donde no faltaban castizas capas y zapatos con cascabeles”.
Buscaron el éxito internacional y la película pero no llegaron: ambas fueron medallas que finalmente se colgaron Los Bravos (la inmortal Black is black; la película Los chicos con las chicas). Pero Los Brincos fueron los auténticos pioneros que merecen muestras periódicas de gratitud.
Cincuenta años después de aquel verano en que desembarcaron Lennon y compañía en España, podemos decir que las canciones de los dos primeros discos de Los Brincos siguen sonando tan lozanas como entonces. Las de Los Brincos posteriores y las de Juan & Junior también pero esa ya es otra historia.