“Solo he hecho lo que tenía que hacer. He trabajado una barbaridad. Me gustan todos los géneros, pero lo cómico… No se puede imaginar lo que representa decir una frase y que el público responda con carcajadas. Una buena comedia tiene que tener un buen título y un texto que se entienda para que el espectador no vaya de cabeza. Decir lo que se debe y saber cómo decirlo, y eso lo sabía muy bien Berlanga, al que siempre dije que sí, incluso sin leer el guión”, destacaba el que hizo reír a generaciones de españoles a lo largo de su extensa carrera. Una trayectoría que comenzó en los escenarios, a los que subió por primera vez con seis años, pero fue a los 13 cuando empezó a hacer teatro de aficionados y se hizo profesional a los 20. “He trabajado una barbaridad. Miro atrás y veo cosas muy, muy, muy bonitas”, recordaba.
Sacerdote, policía, maestro, militar, inspector de Hacienda, mayordomo, taxista… Este gran cómico, propietario de uno de los bigotes más característicos del cine español, encarnó toda una galería de personajes, entre los que destacó el de Jaume Canivell, el empresario catalán de La escopeta nacional, de Luis García Berlanga, con el que colaboró en El verdugo y repitió en Todos a la cárcel. Y es que, este imprescindible de la comedia española hablaba con devoción de desaparecido maestro valenciano –también le llamó para París-Tombuctú, pero no lo pudo compaginar porque estaba en el teatro–.
Los directores eran “Dios” para Saza, al que no le quedaba nada por hacer. “No estoy retirado, pero lo que me han ofrecido no me ha gustado mucho. Amo esta profesión que me ha dado mucha alegría, popularidad, bienestar y la simpatía de la gente”.
Muy cercano al gran público, Saza –así le bautizó Ignacio F. Iquino, cineasta que impulsó sus primeros pasos en la pantalla–, vio la luz en Barcelona y dio el salto al teatro de aficionados mientras trabajaba como dependiente en la tienda de ropa para caballero que regentaba su padre.
Fue en 1946 cuando pasó a ser profesional con la compañía de María Vila y Pío Cid. De esta pasó a la de Paco Martínez Soria, con quien además debutó en el cine, en 1953, con la comedia Fantasía española, de Javier Setó. Desde entonces, compaginó las tablas –‘Filomena Marturano’, ‘Los habitantes de la casa deshabitada’, ‘La venganza de Don Mendo’, ‘Los intereses creados’, ‘Pecados conyugales’, ‘Golfus de Roma’ y ‘El violinista en el tejado’– con la gran y pequeña pantalla.
Recibió órdenes de Juan de Orduña (Me has hecho perder el juicio), José Luis Sáenz de Heredia (Los gallos de la madrugada), Luis Lucia (Solos los dos), Rafael Gil (Sangre en el ruedo) José Antonio Nieves Conde (Las señoritas de mala compañía), Jaime de Armiñán (Carola de día, Carola de noche), Pedro Lazaga (Las secretarias, La ciudad no es para mí), Fernando Fernán-Gómez (Cómo casarse en siete días, Cinco tenedores), Mariano Ozores (Si fulano fuese mengano, Venta por pisos), José Luis García Sánchez (El Love feroz, Colorín, colorado), Angelino Fons (Mi hijo no es lo que parece), Antonio Giménez-Rico (Hotel Danubio), Mario Camus (La colmena), Francesc Betriu (Una pareja perfecta), Antonio Mercero (Espérame en el Cielo, Don Juan, mi querido fantasma), Fernando Trueba (El año de las luces), José Luis Cuerda (Amanece, que no es poco), entre otros muchos directores y por sus numerosas interpretaciones recibió el Fotogramas de Plata Homenaje, el Premio José Isbert de la Asociación Española de Amigos del Teatro y la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos de Honor 2012.
Su última aparición pública fue al recoger este último galardón, momento en el que se llevó una grandísima ovación como muestra del cariño y de la admiración a su persona. A Sazatornil le llevó su tiempo sortear la empinada escalinata que conducía al escenario, y, haciendo gala de su buen humor, ironizó sobre sus limitaciones: “Perdonen ustedes, pero estoy pasando un momento difícil de vista, por eso me están agarrando estos dos señores para subir las escaleras…”.
La comedia negra Vete de mí, de Víctor García León, fue la última aparición en la gran pantalla de este señor de aspecto normal que tuvo compañía de teatro propia y tocó la revista, el drama, la tragedia y la comedia. También escribió obras de teatro y cantaba.