Mientras la naturaleza se rige por el principio de autolimitación en términos de tamaño, velocidad o violencia, generando un sistema sutil que tiende a equilibrarse con su entorno; la tecnología actúa como un cuerpo extraño, exponencial y particularmente voraz con los recursos naturales. Este proyecto quiere convertir el experimento botánico del injerto en una acción decrecionista y abrir un debate sobre el uso de las nuevas tecnologías desde el paraguas del equilibrio natural.
Enrique Radigales se especializó en Pintura en la Escuela Massana de Barcelona y más tarde cursó Sistemas Interactivos en la UPC (Barcelona). Ha sido residente en la Casa de Velázquez, en el Museu da Imagem e do Son de São Paulo y en Eyebeam de Nueva York. Una de las referencias primordiales en su obra es el paisaje fuera de todo espacio geográfico. A través de las nuevas tecnologías de la información existe una deslocalización del sujeto observador frente a la naturaleza que da como resultado una expedición por una topografía incierta (real o virtual).