Comisariada por Diego Rodríguez, bibliotecario de la Fundación Barrié, la muestra trata de dar una visión intelectual y humana de la figura de Said Armesto a través de su legado escrito, dándole voz a sus contemporáneos y contextualizando su obra, con el fin de rescatarla del olvido.
Por ella transitan los amigos y mentores de Said: Manuel Murguía, Miguel de Unamuno, Indalecio Armesto o Emilia Pardo Bazán; las ciudades que marcaron su vida: Pontevedra y Madrid, o los temas de relevancia universal en los que el pensador fue capaz de hacer una aportación original, como el mito de don Juan, o el de Tristán, que Said iluminó desde la tradición recogida en Galicia.
La exposición intenta destacar dos rasgos morales del pensador que son también rasgos intelectuales: la independencia de criterio y la solidez y coherencia con la que éste se interna en los diferentes campos culturales y humanísticos. Esta se enmarca dentro de las actividades conmemorativas del centenario de la muerte del polígrafo pontevedrés que se vienen desarrollando desde septiembre de 2014, coordinadas por el catedrático de Música de la USC Carlos Villanueva.
Estirpe de pensadores
Víctor Said Armesto (Pontevedra 1871 – Madrid 1914) fue el primer catedrático de literatura gallego-portuguesa y continuador de una estirpe de pensadores que transitaron en Galicia en el republicanismo más radical del Sexenio Democrático (Indalecio Armesto o Jesús Muruais). Colaborador estrecho de Casto Sampedro en la Sociedad Arqueológica de Pontevedra, estuvo entre los 10 primeros intelectuales convocados en 1905, bajo la presidencia de Manuel Murguía, para la constitución de la Academia Gallega.
Periodista, folclorista, filólogo, filósofo, catedrático de universidad y escritor, Said encamina su línea de pensamiento hacia temas propios de las preocupaciones regeneracionistas finiseculares (educación, utopía social, etc.), pero sus tendencias y orientaciones, en principio de profundo contenido social y político, van alejándose de la realidad cotidiana, refugiándose en la abstracción del medievalismo científico y en una realidad de Galicia enriquecedora, ideal, esteticista y plena de contenidos identitarios de sabor romántico.
No es extraño que la máxima preocupación de sus últimos escritos se concentre en la búsqueda de la relación de cuentos y romances gallegos, que durante toda su vida recogió, con el amplio repertorio del ciclo francés y bretón sobre Tristán, el Grial, Perceval, etc. Said probará ese mismo modelo, identitario, pasadista y esencializador de tradiciones, en su ópera La flor del agua, con música de Conrado del Campo, obra que sintetiza la estética, la didáctica y la ideología de este pensador gallego.