Situada en el cruce de disciplinas como la arquitectura, la pintura o la performance, la obra de Bunga es una las aportaciones más consistentes y complejas en el panorama de la creación internacional actual. El material que suele utilizar, el cartón, le permite explotar condiciones relativamente opuestas, como la maleabilidad, la dureza, la resistencia o la fragilidad.
El artista portugués fabrica dispositivos arquitectónico-escultóricos que responden a los elementos constructivos de los edificios en los que interviene, por lo que la mayoría de sus obras son respuestas a edificios existentes. Su ejecución, a costa de un elevado esfuerzo físico, no viene nunca precedida por la realización de dibujos preparatorios, sino que incluye el cultivo de la intuición y el azar.
Para su intervención en la Capella del MACBA, Bunga parte de dos elementos principales: la función original del edificio (el culto religioso católico) y los avatares de su entorno urbano, el barrio del Raval en concreto y, por extensión, la ciudad de Barcelona.
Presente y pasado
En primer lugar, la Capella es un teatro para los ejercicios de la fe, con sus rituales, sus jerarquías, sus símbolos y decoraciones. Construida en el siglo XV y desacralizada durante la desamortización de Mendizábal (1835-1840), ha conservado hasta hoy un esqueleto espacial que permite los rituales laicos y cívicos ligados a su uso actual. Bunga quiere conectar presente y pasado para recuperar el papel de un espacio fuera de las condiciones, velocidades y ruidos de lo urbano y promover la actitud reflexiva originaria de un templo.
Por otra parte, el artista está fascinado por todas aquellas iniciativas y acontecimientos que convierten lo individual en común, lo subjetivo en colectivo. Usando la metáfora de la tradición popular catalana de los castells, Bunga plantea asimismo una serie de debates sobre la naturaleza actual del espacio público, sus transformaciones, su declive, su ausencia o su recuperación.
Al interrogar las condiciones actuales de lo urbano y la capacidad de «extracción» de un espacio protosagrado como el dedicado al culto, el proyecto de Carlos Bunga en la Capella MACBA propone un oxímoron espacial que convierte la piedra de los muros del edificio en membrana porosa.