Para sus cuadros, el pintor palentino se inspiran en la propia historia del teatro. Desde los títulos de grandes obras, Camerino, Palco, Titiritero, Mimo, El gallinero, Segismundo, El sueño de una noche de verano, La dama boba, Luces de bohemia…; hasta los diferentes géneros dramáticos y los personajes, el bululú, títeres, ñaques, los gangarillas, el mimo… Todos ellos conforman su particular homenaje al mundo teatral y a los que hacen posible que exista.
De la Vega representa personajes de grandes textos de Calderón de la Barca, Shakespeare, Fernando de Rojas, Valle Inclán, Muñoz Seca, Delibes, Lope de Vega, Cervantes, Miguel Hernández, Fernando Arrabal y Buero Vallejo. Y hace guiños a cómicos, los malabares o la zarzuela. No falta un palco con público ni tampoco una esmerada escenografía, marcada por una iluminación tenue, en cada una de sus obras.
Gestualidad
La expresión facial y corporal de los actores de este particular compendio teatral, así como su vestuario, revela, de una forma sublime, el alma de los sujetos y reafirma a Félix de la Vega como un excelente pintor de la gestualidad. Cada cuadro se acompaña de un texto del poeta palentino y crítico teatral Javier Villán.
La serie Bululú se abre con dos rostros titulados Tragedia y Comedia, que representan a dos arlequines caracterizados con sonrisa y tristeza, respectivamente, rostros creados a base de planos muy coloridos y que resumen los dos grandes géneros teatrales que condicionan la actitud del espectador ante una obra, el drama y la comedia. El tercer cuadro es la Alegoría teatral, que combina varios personajes y escenarios, como el Quijote, Romeo y Julieta, arlequines, músicos o bufones, y que Villán presenta como un símbolo de que todo en el teatro es alegoría e invención, y también un milagro.
A partir de aquí se suceden escenas, casi siempre de varias figuras, que representan grandes obras, clásicas y contemporáneas. Cada cuadro esconde una historia, una reinterpretación que ofrece el pintor de las obras teatrales a las que se refiere.