Más allá de las diversas disciplinas artísticas, el vino ha viajado en forma de libros, postales, sellos, monedas, minutas, fotografías, telegramas, cartas de embarque, poemas e, incluso, descubrimientos decisivos para la humanidad. La exposición inicia su camino documental en el siglo XV gracias a dos incunables: De conservatione sanitatis, que aún conserva su encuadernación original; o De re rustica de Columella, de 1499; que se exponen junto a otros libros antiguos.
Louis Pasteur, padre de la microbiología, también está presente en esta muestra. A él se le debe alguno de los avances científicos más relevantes de la historia, entre los que se encuentra la demostración de que todo proceso de fermentación y descomposición orgánica se debe a la acción de organismos vivos.
Su carta manuscrita comparte protagonismo junto con el poeta del amor, y también del vino, Pablo Neruda. El Nobel chileno, nacido en tierra de viñas, fue un gran gourmet y su poesía está salpicada de guiños a la comida y a esta bebida universal, a veces con un tono hedonista y otras con un sentido social. Su versión primigenia Oda al Vino y sus dedicatorias en Odas Elementales nos aproximan al autor a través de sus manos y su pensamiento.
Viajes del vino
Desde el siglo XVII hasta el siglo XX, la Colección Contratos de transporte de mercancías permite descubrir los documentos que formaban parte de los trámites necesarios para conducir los distintos artículos con los que se comerciaba. Por su parte, el archivo documental, procedente en su mayoría de adquisiciones, refleja los fondos generados por una persona a lo largo de su vida y en el ejercicio de su actividad profesional, intelectual y social; fondos familiares, que son el resultado de su vida; fondos de empresas o cooperativas; y también de entidades.
Destaca el Fondo Larrea, director de la Estación Enológica y presidente del Consejo Regulador de Origen Rioja (1944-1971), cuyo vasto archivo personal adquirió la Fundación Vivanco, con el objetivo de catalogarlo y ponerlo a disposición de los investigadores.
Para aquellos románticos que aún compren una postal en sus viajes, la exposición ofrece una oportunidad única para ver físicamente, y también para descubrir en soporte digital, el arte a través de estas misivas que tantas ocasiones se inspiraron en el mundo del vino. Un viaje que en la muestra también se materializa en forma de sellos, billetes y fondos de barrica, estos últimos datados entre los siglos XIX y XX.
Libros, música y fotografías
Pero también a través de las páginas de un libro. De hecho son particularmente llamativos los ex libris con motivos vinícolas. Aquellas marcas de propiedad consistían, normalmente, en una estampa, etiqueta o sello y solían colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro. Además de contener el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria, permite conocer el camino de ese libro, de mano en mano, desde su impresión.
El viaje del vino se aprecia también en carteles publicitarios, entre ellos los de Alphonse Mucha, datados en el siglo XIX; en partituras, libros de música y melodías de vino; o con aquellas botellas que quedaron bajo el mar tras el naufragio del Titanic. Este recorrido concluye con las fotografías de Ouka Leele, Carlos Cánovas, o Stéphane Richter, que se completan con las imágenes de Hanry Cartier-Bresson.