Durante esos días, la Fundació proyectará también el filme de Francesc Català-Roca El mural de l’Aeroport, 1969, y Natura morta amb passos, la grabación de la acción que la artista Isabel Banal realizó en la Fundació en la primavera de 2016 a partir de la obra pública de Miró, con motivo de la nueva presentación de la colección.
«Siempre es la última, la que sale del horno, la que más me apasiona. Algunas de estas nuevas cerámicas son muy grandes. He trabajado con un espíritu monumental pensando en una posible incorporación a la arquitectura. Sería una posibilidad para ennoblecer las construcciones colectivas y dejar de tratar a los hombres que tienen que habitarlas como robots insensibles», así se explicaba Miró en 1956.
Redefinición constante
Su interés por la cultura y el arte popular es determinante en el proceso de redefinición constante de su trabajo. Sus incursiones en la escultura, el grabado, la estampación y la cerámica se derivan de una necesidad de contacto físico con los materiales y de un afecto por las cosas sencillas y el trabajo artesanal.
La cerámica significa para Miró un regreso a la esencia que implica un contacto con la arcilla y el fuego, dos elementos con resonancias cosmogónicas. En la entrevista de Georges Raillard, Miró explica: «A través de la cerámica he podido descubrir nuevas posibilidades de expresión y nuevos horizontes para enriquecer mi obra con nuevos materiales».
Su deseo explícito de trabajar directamente con la tierra se materializa a partir de los años cuarenta mediante la estrecha colaboración con uno de los mejores ceramistas del momento: Josep Llorens Artigas. Pese a la autoría compartida de ambos artistas, Miró afirmaba que «el maestro de obras, es, en última instancia, el fuego».
Ambiciosa producción
Tras una fase de tanteo a partir de los residuos de hornadas fallidas, a mediados de los años cincuenta, Miró y Artigas emprenden una ambiciosa producción que incluye platos, jarrones, objetos, proyectos para monumentos y personajes, conocida con el nombre de Tierras de gran fuego.
Paralelamente, el interés del artista por integrar su obra en el espacio público los llevó a abrir nuevos caminos en la aplicación de la cerámica mural a la arquitectura, en proyectos al aire libre para la sede de la Unesco en París (1956) o en el laberinto de la Fundación Maeght de Saint-Paul-de-Vence (1963-1968).
La culminación llegará con las obras que dan la bienvenida a los viajeros que llegan a Barcelona por aire (Mural del Aeropuerto, 1976, de 500 metros cuadrados), por tierra (un monumento en el parque Cervantes que finalmente no se realizó, pero del que se conserva un estudio en el Patio Norte de la Fundació), y por mar (Mosaico del Pla de l’Os en La Rambla, 1976), completadas por la escultura monumental Mujer y pájaro, 1981-1982, de 22 metros de altura, en el parque del Escorxador.
La cerámica en la arquitectura
El Congreso de la Academia Internacional de Cerámica reunirá a 300 expertos de todo el mundo en Barcelona bajo el lema La cerámica en la arquitectura y el espacio público. Más de una treintena de instituciones y de una veintena de galerías participarán con exposiciones y actividades específicas en el encuentro, organizado por la AIC, la Asociación de Ceramistas de Cataluña y el Museu del Disseny de Barcelona.