Lorraine O’Grady. Sister I frammed, 1980.

Lorraine O’Grady. Sister I frammed, 1980.

Aproximación inicial es la primera gran exposición individual de esta artista, pues ni siquiera las llevadas a cabo en Estados Unidos, donde ha expuesto en la Whitney Bienal, en el Studio Museum de Harlem y, el pasado año, en el Carpenter Center de la Universidad de Harvard, han incluido, como sí hace esta muestra, una visión general de la mayoría de sus series importantes.

Con esta exposición se lleva a cabo un reconocimiento de la carrera de Lorraine O’Grady, desarrollada parcialmente a la sombra por su condición de mujer y negra, o de mujer negra en el mundo del arte. Para ello, en el CAAC se reúnen cerca de cien obras realizadas a lo largo de cuatro décadas de carrera artística.

O’Grady nació en una familia acomodada de origen caribeño e irlandés, herencia que, asociada a las tradiciones de Nueva Inglaterra, resulta muy palpable en su obra.

En su reducida pero intensa producción artística, “la visibilidad del otro racial y colonial es a la vez un punto de identidad”, señala la comisaria Berta Sichel. Durante los siglos XIX y XX la comunidad afroamericana de Boston lideró el movimiento abolicionista de Estados Unidos, luchando primero por poner fin a la esclavitud y después por la igualdad de los derechos civiles.

Arte híbrido

Lorraine O’Grady. Untitled (Mlle Bourgeoise Noire removes the cape and puts on her globes (1980/83-2009).

Lorraine O’Grady. Untitled (Mlle Bourgeoise Noire removes the cape and puts on her globes (1980/83-2009).

Estas circunstancias han influido mucho en Lorraine O’Grady para la construcción de su discurso artístico: al pensar en el presente y futuro no puede ignorar el pasado. Pero en este caso tampoco se puede ignorar el contexto donde se presenta su obra en Sevilla, un lugar tan ligado, por razones históricas, a la expansión colonial europea en América, y que además fue enclave de una amplia población de esclavitud negroafricana, sirviendo de puente como comercio de esclavos con destino al otro lado del Atlántico.

En su obra, buscando lo no convencional y lo raramente expuesto, y ayudada por una capacidad intelectual rigurosa y política a la vez, centra su atención en temas como la diáspora negra, la identidad, el mestizaje y la invisibilidad de personas como ella. Su arte, sin embargo, como el título de uno de sus ensayos, The Black and White Show, es híbrido. Es blanco y negro porque usa la experiencia neoyorquina para contar su historia.

La mentalidad de Nueva York en los 70 convirtió a O’Grady en una artista plástica, pero fue su propia historia la que dio sustancia a su obra. Sus temas, experiencias e inquietudes, los conceptos que reflejan su sentido de la identidad, llevan generaciones dentro de ella. Después de todo, hay muchas formas de conectar los acontecimientos del pasado. Si todo eso no hubiera estado en su interior, probablemente las experiencias del Nueva York de los 70 no habrían tenido el mismo efecto.

El trabajo de Lorraine O’Grady puede resumirse como la representación de su lucha como mujer afroamericana, como artista y como activista que muestra su oposición a las condiciones de exclusión y marginalidad.

Fascinaciones

Licenciada en Económicas y en Literatura Española en el Wellesley Collage, la artista se ha sentido fascinada en sus procesos creativos por personajes tan dispares como Charles Baudelaire y Michael Jackson. La propia O’Grady afirma en una entrevista que “durante casi dos décadas, impartí en la SVA un curso en el que leíamos solo dos libros: Las flores del mal de Baudelaire y las Iluminaciones de Rimbaud. Era una locura. Nunca sabía, cada nuevo año, qué autor preferiría, cuál de los dos libros enseñaría mejor. Es una generalización, por supuesto, pero en conjunto, Charles y Arthur parecían encarnar dos mitades de la mente humana, la impresionista y la expresionista, la dadá y la surrealista, por así decirlo, y yo nunca sabía qué mitad de mi propia mente sería la dominante cuando me encontrase con ellos”.

Posteriormente, en la obra The First and the Last of the Modernists, Baudelaire aparece emparejado con otro icono, Michael Jackson, que murió en junio de 2009. “Cuando Michael murió no podía parar de llorar como una niña, como si hubiera perdido a un miembro de mi familia. Pero ¿de dónde venían esas lágrimas? ¡Yo era fan de Prince! La pieza sobre Charles y Michael fue la culminación del esfuerzo por descubrir por qué había llorado de una forma tan incontrolable aquel día”, recuerda.

Ahondando aún más en estas fascinaciones, y en relación con ambos personajes, que protagonizan una de sus más famosas series, la artista señala que “eran muy parecidos, Charles y Michael. Encontré muchas similitudes en sus vidas: su sexualidad indeterminada, su necesidad perentoria de diferenciarse de la norma, las drogas, las ropas extravagantes, el maquillaje y el padre y el padrastro demasiado jóvenes y sexualmente vitales para que pudieran superarlos. Más allá de todo eso está su semejanza como símbolos intelectuales. Los veía realmente no como figuras de dos modernidades diferentes, sino como dos extremos de un continuo. Lo más sorprendente de Charles y Michael como artistas es la semejanza de sus actitudes. El artista moderno que ya no puede ser el siervo de Dios se ve siempre tentado por lo que percibe como una obligación de convertirse en Dios”.

Lorraine O’Grady. Red Charles and Michael, 2010.

Lorraine O’Grady. Red Charles and Michael, 2010.