En 1771, durante el reinado de Carlos III, se instituyó el Real Gabinete de Historia Natural, una efeméride que se ha querido celebrar con un proyecto de Ocaña que parte de una idea de 1992 que no pudo llevarse a cabo. La exposición propone una intervención en diversas zonas expositivas del museo. Entre las colecciones permanentes se han ubicado pinturas, esculturas, dibujos, instalaciones y proyecciones del artista, fechadas entre 1966 y la actualidad, que interactúan con las del museo (Insectos, moluscos, peces, anfibios, reptiles, aves, peces, mamíferos, geología, paleontología y evolución humana).
«El artista ha emprendido un dilatado viaje creativo de regreso a su caverna platónica, buceando entre algunas de sus precedentes series (Formas, Materias, Iconos de la contemporaneidad, Evanescencias, Persiguiendo horizontes, Mantelius, etc.) creadas a lo largo de los últimos cincuenta años», explica la comisaria Elina Vasileva Nikolova. En palabras del propio artista, lo que pretende es «invitar al espectador a que participe a través de un juego estético entre dos mundos sin relación aparente».
Con este proyecto, Ocaña no pretende buscar una relación comparativa o similitud entre obras, sino que ofrece una nueva mirada. «Sugiere un diálogo, individual e íntimo, fruto de factores como el azar, lo producido por la propia naturaleza, lo científico consecuencia del desarrollo investigador, y el volitivo, nacido de la creación artística, que interctúan entre sí a partir de varias matrices», asegura la comisaria.
Interior y exterior
El recorrido expositivo no es lineal ni rígido y se distribuye en tres lugares. Por un lado, en el interior del propio edificio, donde el artista intercala sus creaciones dentro de vitrinas, sobre peanas, colgadas, proyectadas, etc., intercalándolas con las obras de referencia del museo. El segundo ambiente lo desarrolla en el exterior, con obras instaladas en ciertos paramentos del edificio, construido a finales del siglo XIX como Palacio de la Industria y las Bellas Artes e inaugurado inacabado en 1887. Pero también sobre las zonas verdes que acogen una veintena de infopinturas de gran formato.
Se completa la exposición con una serie de creaciones para un Gabinete Imaginado, al que «el artista osa incorporar elementos mitológicos como los soberbios Poseidón que recibe al visitante y Sireno extramuros, la esencia del Árbol de la Vida darwiniano; el Áureo simbolizando el sueño dorado de la ambición moderna; la licencia de varias Osas hormigueras homenajeando al espléndido óleo de la colección de Bellas Artes del museo; y el aporte de nuestros antepasados con los restos de los Neardenthales del Sidrón«, concluye Vasileva.
Para completar la exposición se ha editado un pormenorizado catálogo iconográfico del desarrollo expositivo con escritos de los conservadores R. Araujo y J. Sánchez Almazán, el matemático J. Margalef y el catedrático J.M. Cruz Valdovinos.