A principios de la década de los 50, tras superar su etapa figurativa y magicista-surrealista, la obra de Tàpies se fue perfilando paulatinamente hacia la abstracción. En 1952 conviven aún ambas vías, y en 1953 aparecen ya los primeros atisbos de elementos táctiles, que vienen a sumarse a lo puramente visual. Sin embargo no es hasta 1955, primera fecha que recoge esta exposición, que materiales ajenos a la práctica de la pintura, como arenas o cemento, se convierten en actores principales de su obra, creando la estética que le caracteriza. Se abre en ese momento una de sus etapas más interesantes, en las que realiza sus grandes cuadros matéricos y que dura hasta 1970, momento en el que comienza a introducir objetos cotidianos en sus obras y a realizar esculturas y ready-mades cercanos al Arte Povera.
Tàpies es el responsable, junto al italiano Alberto Burri y al francés Jean Dubuffet, de la creación de una nueva senda artística, en la que los valores plásticos se basan tanto en lo visual como en las calidades táctiles de los materiales empleados. Ejecuta auténticos muros en sus cuadros, que unas veces se presentan como composiciones muy estructuradas y serenas, y otras como mucho más libres y violentas. En ese debate también realiza piezas absolutamente abstractas sin ninguna referencia visual conocida, y en otras introduce signos, caligrafías o números.
La gran novedad reside en que el artista nunca basa su carrera en la creación de un lenguaje plástico formal reconocible, como han hecho gran parte de sus compañeros de generación. No se encuentran en sus pinturas elementos visuales o formas que se conviertan en un leitmotiv plástico recurrente a lo largo de su carrera, más allá de los materiales usados para consolidar su estética. El material se convierte en protagonista absoluto con el que genera una estética, y no al revés. A través de ella Tàpies descubre un nuevo mundo, la poética de la materia, alejado del concepto de estético o de propuesta formal cerrada.
No obstante, su modo de trabajar le abre un mundo nuevo, en el que crea un estilo mucho más libre, pero no por ello indefinido, capaz de evocar un universo nuevo de sensaciones al público, que ha hecho del artista uno de los más relevantes de su generación. Con motivo de la exposición se publica un catálogo con textos del artista Frederic Amat y de Javier Viar, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
- La muestra se organiza en colaboración con la galería CarrerasMúgica de Bilbao, donde se inaugurará el 5 de mayo.