El Arca de Noé reúne 80 obras, entre pintura, escultura y dibujo, que muestran la mutabilidad constante de la obra del artista mallorquín, diseñador del logotipo de la efeméride de 2018, cuyo extenso trabajo se caracteriza por una sorprendente riqueza formal e iconográfica.
La exposición ha sido concebida para que el visitante recorra diferentes espacios de la ciudad en busca de las obras, un mensaje evidente del compromiso que el Estudio salmantino ha mantenido con su ciudad a lo largo de sus ocho siglos de historia.
En concreto, en la Sala de Exposiciones Patio de Escuelas se presentan las obras más antiguas de la muestra, 26 acuarelas pertenecientes al conjunto realizado por Barceló entre 2001 y 2003 para ilustrar la Divina Comedia de Dante Alighieri. En la Hospedería Fonseca se expondrá un grupo de pinturas y obras sobre papel de gran formato, realizadas entre 2009 y 2016.
Estas pueden dividirse en varios bloques: naturalezas muertas, con paisajes en los que las frutas y verduras flotan en espacios matéricos; pinturas blancas casi abstractas; pinturas de fondos marinos con formas luminosas que sugieren criaturas abisales; y pinturas en relieve de cabezas de animales que remiten al arte rupestre. En este emplazamiento se incluyen también dos autorretratos: uno pintado sobre una piel de animal, que remite a ciertas imágenes budistas e hinduistas y que fue concebido tras un viaje al Himalaya; y uno perteneciente a otra serie de pinturas negras.
Metáfora de la pintura
La pintura que da nombre a la exposición, El Arca de Noé (2014), puede contemplarse en la Capilla del Colegio Arzobispo Fonseca. Se trata de una obra de la serie de naturalezas muertas-paisajes que nunca antes había sido expuesta. Este trabajo “puede leerse como una metáfora de la pintura como aventura y tabla de salvación”, según el comisario de la muestra, Enrique Juncosa. Junto a ella, también en la Capilla, se encuentran 18 cerámicas que el artista realizó entre 2012 y 2016, de ahí que muchas de ellas sean aún inéditas.
La exposición se completa con varias esculturas monumentales realizadas entre 2009 y 2017 que se presentarán en distintos espacios de la ciudad. La más reciente de todas se ubica en el patio del Palacio de Anaya y está fabricada con un nuevo tipo de resina ligera. Su forma retoma un tema tratado anteriormente por el autor en sus cerámicas más pequeñas, con la realización de formas de macetas unas contra otras, obteniendo como resultado una ilustración de los procesos que las originan.
La Plaza Mayor de Salamanca sirve de escenario para contemplar el Gran Elefantdret (2009), una escultura que muestra a un elefante de bronce de siete metros de altura que parece mantener el equilibrio sobre el suelo solo con su trompa, y que ha sido expuesta en ciudades como Barcelona, Madrid o Nueva York. Finalmente, en el Patio de Escuelas Menores se ubican 14 Allumettes (2015), un bosquecillo de cerillas usadas de bronce que superan los tres metros de altura.
En la inauguración de la muestra se incluyó una performance, La imagen fantasma, a cargo del propio Miquel Barceló, quien realizó una gran pintura con agua sobre una superficie que al mojarse se tornaba negra por unos segundos, en colaboración con el músico francés Pascal Comelade y con el actor Iván Telefunken.
Esta gran propuesta expositiva se completa con un catálogo que incluye tanto ilustraciones de todas las obras incluidas en la muestra, como comentarios de Enrique Juncosa.