Esta película forma parte de nuestro especial 10 buenas películas para comenzar el verano. ¿Quieres ver el resto de recomendaciones?

Esta España que tenemos hay que tomársela con humor. No queda otra. Más si nos fijamos en la política, que nos provee a diario de titulares que van desde el nuevo caso de corrupción destapado en cierto partido hasta las bochornosas réplicas lanzadas por el político rancio de turno desde su escaño en el Congreso. Ante este sainete lamentable se hace necesaria la figura de un bufón que señale los defectos y los critique sin piedad.

Este bufón es Víctor García León, cuyas dos anteriores y muy recomendables películas (Más pena que Gloria y Vete de mí) ya demostraban un humor amargo que lo aleja de la horda de realizadores de comedias costumbristas con chistes sobre tópicos que tanto tirón tienen en nuestras taquillas. Selfie se apoya en ciertos clichés, pero el humor que genera va en el camino de la incomodidad y lo punzante a través de una sátira desatada que dispara en todas direcciones y hace blanco en todas ellas.

Nadie aprende nada

Sería fácil dar por hecho que una película que tiene por protagonista a un pijo redomado hijo de un ministro corrupto del Partido Popular va a jugar la baza de señalar a los de derechas como malos y a los de izquierdas como buenos, incluyendo además una vía de redención al descubrir el buen camino. Pero Selfie no es esa clase de películas. Definida por su director como «una alegoría subnormal de la vida en España», encontramos a un idiota de derechas que se enfrentará a un idiota de izquierdas por el amor de una chica ciega que está en el medio y no se aclara.

Pero no es esta una película sobre un chico que lucha por conquistar a una chica. Ese es el menor de sus conflictos. Selfie es la caída en picado de Bosco, nuestro pijo narrador, contada en primera persona en un acertado formato de falso documental, a través de la cual García León hace una radiografía de las miserias de un bando y otro para dejarnos con la conclusión de que nadie aprende nada.

Este es uno de los mayores aciertos de la película, que no da falsas soluciones para cerrar la historia con amabilidad. El protagonista, encarnado por el debutante Santiago Alverú, que está sencillamente genial, es un cretino cuya sonrisa imbécil es capaz de brotar en los momentos más adversos que parasita a todo aquel que puede para recuperar su statu quo y, a pesar de todos los conflictos vividos, no aprende absolutamente nada.

A su lado están un militante de Podemos al que da vida Javier Carramiñana, que no sale precisamente mejor parado al descubrirse lo miserable e hipócrita de su actitud, y una cándida chica ciega interpretada por Macarena Sanz que representa el personaje más puramente bondadoso de la película. Cuando los tres personajes aparecen juntos en pantalla dan lugar a un retrato (más bien un selfie lamentable) de la España actual.

Por un momento, a través de una metáfora visual tan sencilla como efectiva, Selfie parece querer decirnos que el entendimiento entre las dos Españas podría ser posible. Inmediatamente después simplemente nos abre los ojos a la más prosaica realidad.

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Dirección: Víctor García León
Guion: Víctor García León, Sebastian Maharg
Intérpretes: Santiago Alverú, Macarena Sanz, Javier Carramiñana, Pepe Ocio, Alicia Rubio, Clara Alvarado
Fotografía: Eva Díaz
Música: Christian Tosat
Montaje: Buster Franco
España / 2017 / 89 minutos