Comisariada por Marta Mantecón, la muestra presenta diferentes perspectivas sobre la revolución de lo ligero que impera en la sociedad actual, donde el individualismo prima sobre el compromiso mutuo, el acuerdo o el espacio público. Una sociedad individualista, inmersa en lo que el pensador polaco Zygmunt Bauman definió como modernidad líquida, considerando que conceptos como compromiso con la comunidad, familia o trabajo han perdido su solidez.
Mantecón destaca que el paso de una modernidad sólida hacia la llamada civilización de lo ligero, como la denominó el francés Gilles Lipovetsky, se manifiestan en una realidad que prefiere lo efímero y lo intemporal a lo eterno, lo fluido y móvil frente a lo estable y lo sólido, el olvido a la memoria y el aprendizaje, el acontecimiento pasajero de consumo acelerado y la sorpresa continua frente a lo que perdura o se puede fijar.
En este sentido, la comisaria plantea interrogantes en torno a este proyecto que pretende dar forma a lo leve y a sus contradicciones: “En un mundo que se ha decantado por la ligereza y la renovación permanente como imperativo vital, ¿de qué modo experimentamos el peso de las cosas?, ¿hemos alcanzado una gravedad sin peso o la ligereza se ha vuelto una carga?, ¿ha perdido el arte su capacidad para hacer visible lo que de duradero puede tener lo pasajero?, ¿puede rebelarse aún contra las nuevas formas de dominación a través de lo liviano?”.
Experiencia de lo leve
Problematizar con la experiencia de lo leve y las consecuencias de esta revolución de lo ligero constituye el punto de partida de este proyecto colectivo, integrado por las propuestas que presentan cuatro artistas de distintos puntos de la geografía española. Esther Aldaz presenta Tallar la decepción, gestado durante las tres semanas que la artista permaneció a bordo del velero Aire Libre, amarrado al muelle deportivo de la capital grancanaria, donde realizó tareas propias de navegación sin salir de puerto, simulando un trayecto con destino a la isla de Santa Lucía, en el Caribe, travesía en la que ella pretendía participar con un grupo de amigos, pero finalmente no pudo realizar; de ahí el título de la propuesta.
Con el proyecto Contrapose, Antonio Díaz Grande ha reunido todo un repertorio de gestos corporales asociados a la ligereza y a distintos rituales sociales para reflexionar en última instancia sobre cómo nuestras actitudes y comportamientos son construidos culturalmente y coreografiados desde la infancia. Éste se compone de cuatro obras articuladas a través de fotografías creadas de forma expresa para la exposición y una instalación que incluye dibujos sobre papel, fotografías antiguas y objetos dispuestos sobre una mesa.
La artista Zuhar Iruretagoiena reflexiona con Hebra sobre la capacidad de crear imagen de ciertos elementos estructurales que a priori solo son creados por necesidad formal. La obra se compone de dos piezas escultóricas formadas por seis piezas modulares ensambladas de acero y hormigón que se articula en el espacio expositivo, y está acompañada de cinco collages de imágenes superpuestas que incluyen fragmentos de esculturas clásicas y construcciones urbanas junto a una serie de escenas de pole dance, mostrando cómo las estructuras de apoyo acaban formando parte de la obra.
Finalmente, Tito Pérez Mora presenta Axis Mundi, título que se refiere al símbolo que utilizan diferentes culturas para representar el centro del mundo e identifica el punto de conexión donde convergen diferentes rumbos. La propuesta versa sobre la bandera como símbolo sobre el que gira el ser humano, en un periodo de fronteras inestables y de flujos migratorios. Se articula a partir de una serie de banderas en distintos formatos y materiales, entendidas como ejes sobre los que se estructura y ordena el mundo, icono de conquistas y colonizaciones que enfrentan pasado y presente, lo pesado y lo ligero.