Las obras de la exposición, titulada Toulouse-Lautrec y los placeres del belle époque, proceden del Museo de Ixelles (Bélgica) y se trata de una de las dos únicas colecciones completas de carteles de Toulouse-Lautrec existentes en el mundo, junto con la de la Bibliotheque National de París. La muestra también incluye 32 carteles realizados por autores como Alphonse Mucha, Jules Cheret o Theophile-Alexandre Steinlen, entre otros.
La exposición presenta una óptica novedosa tanto a la hora de aproximarse a la obra del pintor francés como en el reflejo de su época. Los carteles de Toulouse-Lautrec y sus coetáneos reflejan que la Belle Époque fue un periodo de innovaciones no sólo en los aspectos técnicos, sino también en cuanto a la manera de entender la vida moderna y los placeres que esta ofrecía a los ciudadanos.
De este modo, a través de las obras expuestas el visitante descubre los placeres de la noche parisina, como el cabaret y el can can; de la escena cultural y artística, con nuevas representaciones teatrales y mediáticas artistas, y los placeres modernos que, ligados al auge del consumo, marcaron este hedonista y vibrante periodo.
Toulouse-Lautrec destacó, entre otras muchas facetas, por elevar el cartel a categoría de obra de arte y por contribuir a establecer la función publicitaria que tiene actualmente. Esta muestra, a través de 65 obras, aborda algunos de los importantes cambios que la modernidad trajo en los últimos años del siglo XIX y principios del XX. Cambios que afectaron tanto al arte, la literatura y los espectáculos como a los usos sociales.
Todos estos cambios se acompañaron de una nueva mentalidad, mucho más abierta y hedonista, lo que propició el disfrute de nuevos placeres surgidos y al alcance de un mayor número de ciudadanos, y que la exposición trata en cuatro secciones:
Los placeres de la noche. El cabaret parisién transporta a la noche parisina que, gracias al aumento de población, se convirtió en una gran fiesta llena de espectáculos de cabaret, sensualidad, música y humor. Una noche caracterizada por la confluencia de las distintas clases sociales y un espíritu de libertad que encarnaron artistas como Aristide Bruant o Jane Avril, que se convirtieron en grandes estrellas de la época.
Los placeres de los escenarios refleja la popularización de las artes escénicas más cultas. A las salas tradicionales, frecuentadas por las clases acomodadas, se unen pequeñas salas que ofrecen un repertorio de espectáculos más amplio y popular. Nuevos espectáculos que empiezan a ser tema de conversación habitual y también una fuerte influencia en la moda.
Los placeres literarios y artísticos retrata la efervescencia artística y literaria, fruto de los nuevos aires modernistas y de la gran expansión de la imprenta y la prensa. La vida literaria y artística alcanza una popularidad inédita y se difunde por toda la sociedad. Numerosos carteles de esta época promocionan publicaciones, periódicos, obras teatrales y ferias de arte.
Los placeres modernos. El consumo, los carteles muestran el nacimiento de la sociedad de consumo, que experimentó un gran auge gracias al aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos y a la consiguiente expansión del comercio. El cartel se convierte en el medio preferido para publicitar los nuevos “placeres” del consumo. Éste es concebido desde el principio bajo un prisma artístico.
Al igual que su vida, la obra de Lautrec es expresión de plenitud y exaltación. En veinte años de su carrera produce más de mil pinturas y acuarelas, 5.000 dibujos, 370 litografías, incluyendo los carteles presentes en esta exposición. Con una mirada viva, una mano enérgica, un espíritu impaciente e inquieto, una audacia y una intensa sed de vida, ha dejado una obra de arte excepcionalmente densa, cuyo impacto y fascinación son todavía fuertes como antaño en el público actual.