La exposición reúne 348 obras –dibujos, pinturas, fotografías, objetos, esculturas, documentos y piezas de artesanía– no solo de Lina Bo Bardi sino también de artistas internacionales como Max Bill, Alexander Calder o Saul Steinberg, de artistas brasileños como Cícero Dias, Lygia Pape, Lygia Clark o Hélio Oiticica y de artistas populares y no eruditos, así como arte indígena.
Lina se entusiasmó pronto con su nuevo país de acogida. Y con un dinamismo multifacético –como arquitecta, museógrafa, diseñadora, escritora, activista cultural y hacedora de exposiciones– se sumó a la renovación de las artes en Brasil, trabajando en el mismo eje de las complejas relaciones entre la modernidad y la tradición, la creación de vanguardia y las costumbres populares, la individualidad del artista moderno y el trabajo colectivo del pueblo.
El subtítulo de la muestra forma parte del eslogan («¿Tupí or not Tupí? That is the question») del Manifiesto antropófago de Oswald de Andrade (1928), todo un ejemplo de apropiación caníbal de la famosa cita del Hamlet shakesperiano. Y es que la llamada «antropofagia» brasileña de los años veinte, que puede ser considerada la revolución estética-ideológica más original de las vanguardias latinoamericanas, pretendió, en efecto, la deglución, absorción, asimilación y el replanteamiento de la cultura europea. Con ello, los artistas del Brasil buscaban hacer una digestión cultural que resultara en una identidad nacional y en un lenguaje que fuera a la vez moderno y genuinamente brasileño.
Lina Bo Bardi, consciente de que la antropofagia estaba en la base del movimiento tropicalista de los años 60 –que de algún modo ella misma compartió–, encarnó una suerte de antropofagia a la inversa. Para ella, también el Viejo Mundo, del que procedía, debía ser transformado por la mirada del Nuevo Mundo, en el que vivía, para dar paso a una nueva sociedad: a una suerte de «aristocracia del pueblo» (en sus palabras), de un pueblo nuevo, mezcla del europeo, el indio, el negro y el nativo del nordeste del país; un mundo cargado de sueños para un futuro mejor.
La exposición se plantea en continuidad con la muestra que la Fundación Juan March dedicó a Tarsila do Amaral (2009), en la que presentó el Brasil de los años veinte y treinta del siglo XX. Lina Bo Bardi compartió las inquietudes sociales de Tarsila do Amaral y luchó por darles respuesta, pasando a la acción a través de la arquitectura, los objetos y las acciones colectivas que articulan su obra.El objetivo es presentar a Lina desde los tres lugares más conspicuos de su geografía (São Paulo, Salvador de Bahía y el Nordeste brasileño) y «contar», a través de su obra y de la de algunos de sus contemporáneos, el panorama artístico y cultural del Brasil de la segunda mitad del siglo XX.
Muestra coral
Lina Bo Bardi: tupí or not tupí. Brasil, 1946-1992 reúne 348 obras que invitan a descubrir las analogías de la obra de Lina Bo Bardi con la antropofagia de los años veinte y el tropicalismo de los años sesenta. Asimismo, ofrece una aproximación inédita a su figura y descubre su concepción y su práctica museográfica, su interés por el teatro y el circo, por lo participativo, lo colectivo y lo popular así como la universalidad y la obvia actualidad de muchas de las realidades a las que aplicó su talento.
En la exposición, sus obras conviven y conversan con obras de artistas europeos que más influyeron en el Brasil de la época, como La unidad tripartita, de Max Bill (Gran Premio de Escultura de la Bienal de São Paulo, 1951); también con obras de arte indígena (plumaria, cerámicas), con obras de arte popular (utensilios, herramientas, abanicos) y obras de artistas brasileños coetáneos como Cícero Dias, Lygia Pape; Lygia Clark, Hélio Oiticica, Roberto Burle Marx o Macaparana.
Durante la exposición también se proyectan, en sesión continua, una selección de materiales audiovisuales que muestran testimonios recogidos por la Fundación de personas que trataron a Lina, como Caetano Veloso, unos documentales del arquitecto chileno Felipe de Ferrari y un conjunto de fotografías de José Manuel Ballester (Premio Nacional de Fotografía 2010). Para la exposición, la Juan March ha realizado el encargo a Ballester de fotografiar tres proyectos arquitectónicos de Bo Bardi, expuestos en distintos espacios de la Fundación.
Además ha reconstruido La Gran Vaca Mecánica diseñada por ella en 1988 para el Museo de Arte de São Paulo (MASP) –fundado por la propia Lina en 1947. Un objeto temporal museístico que se expone a sí mismo y expone los objetos que para ella son la esencia del ser humano: la artesanía. Fue concebida mediante planos precisos para ser formada en chapa de hierro, con el color limitado a la cabeza, los cuernos y las ubres (bermellón, dorado y azul arara respectivamente) y un cuerpo que pudiera compartimentarse e incorporar elementos tecnológicos, como una radio, antenas, un motor térmico y un circuito eléctrico que garantizase su funcionamiento.
La propuesta de Lina era que la vaca incentivara la participación de los usuarios dándoles la bienvenida al MASP, exhibiendo objetos populares recolectados por ella misma en Salvador de Bahía y conformando así un espacio lúdico o playground.