Valiéndose de la impresionante naturaleza de los países nórdicos, Erhardt ha buscado construir imágenes ricas en cromatismo, pictoricidad y contenido metafórico. Los encuadres muy selectivos le sirven también en este caso para crear mundos aislados que se sustentan por sí mismos. Unos mundos aislados que, en realidad, ya no existen. Como recuerda el artista, «no sólo hemos llegado a todas las esquinas de este mundo sino que las alcanzamos con facilidad. No más espacios vírgenes, ningún lugar para estar con uno mismo o esconderse, no más inmensidad… Incluso los lugares más recónditos, y hasta ahora más inaccesibles, se van convirtiendo en nuestro jardín».
La fotografía, por su carácter fragmentario, todavía puede mostrar paisajes prístinos y sin fin. Pero como recuerda Erhardt, «es todo un truco, un engaño. El lenguaje fotográfico es hábil para prometer realidad y entregar ficción o, incluso, mentira. A este fin, el encuadre, ese elemento tan básico e inherente al medio, es una herramienta muy eficaz. Este proyecto es un canto a la belleza del medio natural y, a la vez, una elegía por la pérdida de su esencia».
El crítico y comisario Francisco Carpio describe así este trabajo del fotógrafo vasco: «Montañas que parecen el castigado espinazo de un gigante; lenguas congeladas que paladean el ácido sabor de las rocas; llantos de cascadas, tan caudalosas como las palabras de agua o el tiempo; pieles de piedra, surcadas por las arrugas que el viento, la lluvia, los insectos, el granizo, la aurora y los pasos perdidos han dibujado en su cuerpo; paisajes en los que el verde se ha transformado en una hermosa, inesperada, eterna, implacable y serena evidencia; formas simétricas y axiales, de un blanco que alberga muchos adjetivos y de un negro más profundo que el vacío; blusas de gasa y faldones de bruma que visten las secretas humedades de la Tierra…».
Más sobre Erhardt
De formación fundamentalmente autodidacta, el contacto personal y las enseñanzas de fotógrafos y artistas como Isabel Muñoz, Javier Vallhonrat, Shelby Lee Adams o Harvey Stein han contribuido y contribuyen decisivamente a la formación de Cano Erhardt.
Actualmente se concentra en proyectos de paisaje rural y naturaleza, y de fotografía de calle. En 2016 ganó el Premio de Fotografía ENAIRE.
Entre sus próximos proyectos están sendas exposiciones en la Galería Lumbreras de Bilbao y en el PhotoMuseum de Zarautz.