La obra de Díaz Sosa se podría definir a partir de la construcción de espacios arquitectónicos, perfectamente envueltos en un aura de misterio y que invitan a la reflexión. Con una paleta muy particular y un fiel trazo, su obra se hace inconfundible.
La muestra refleja una sociedad retratada por los comportamientos individuales, afectada por las verdades que se revelan ante ella y cómo éstas consiguen cambiar el rumbo del hombre. A través de una cuestión existencial, el destino se trunca y queda poco por hacer: ir a la deriva o tomar las riendas, aceptar y seguir adelante.
Una vez más, la vida pone a prueba al hombre en esta serie, dándole también ese espacio en todas las escenas y mostrando la pesadumbre que conlleva la experiencia de ser y de los viajes introspectivos a los que nuestro camino nos conduce. Carlos Delgado Mayordomo define De revelaciones a encrucijadas como un viaje hacia el despertar del hombre, el renacimiento de éste y/o la toma de conciencia del ser y de nosotros mismos. El lugar en el que nos encontramos, probablemente, sea fruto de esas encrucijadas.
Paisajes arquitectónicos
A través de paisajes arquitectónicos manchados de color, el artista cubano pretende hacer reflexionar al espectador sobre su propio destino, y hacia dónde lo conduce. Las líneas que atraviesan las piezas de lado a lado nos transmiten esa inestabilidad en la vida de todo ser humano, lo frágil que se torna todo cuando aparece la duda, el cuestionamiento y la autocrítica. Consigue, como siempre, captar toda la atención de sus espectadores con sus impactantes grandes formatos y paisajes que simulan una distopía más cercana de lo que creemos.