Con una excelente formación humanística, Viera y Clavijo marchó en 1770 a Madrid y, dos años después, publicó el primer tomo de su obra más relevante, la que le ha dado mayor fama: Historia de las Islas Canarias. En la capital entró al servicio del marqués de Santa Cruz como preceptor de su hijo, lo que le permitió viajar por España y numerosos países europeos (Francia, Flandes, Italia, Austria), tomando contacto con algunos de los más distinguidos exponentes de la Ilustración francesa (Voltaire, D’Alembert, Condorcet). De vuelta a nuestro país retornó en 1785 a Las Palmas de Gran Canaria, donde desarrolló una ingente labor científica, cultural y social hasta su fallecimiento.
Considerado el representante más significativo del movimiento ilustrado en Canarias se codeó igualmente con lo más granado de la intelectualidad española del momento (Melchor Gaspar de Jovellanos, Pedro Rodríguez de Campomanes, Antonio José de Cavanilles, etc.), llegando a ser miembro de número de la Real Academia de la Historia y obteniendo dos medallas de oro concedidas por la Real Academia Española.
Su producción es muy extensa: historia, poesía, novela, teatro y ciencia. Fue, junto con otro ilustre científico canario, Agustín de Betancourt, quien hizo volar uno de los dos primeros globos aerostáticos en España. Desde el punto de vista científico utilizó sus conocimientos de química e historia natural, aplicados al estudio de las particularidades zoológicas, botánicas y mineralógicas de las Islas. Fruto de sus investigaciones en este campo surgió una obra pionera en nuestro país, su Diccionario de Historia Natural (1799-1810).
Viera y Clavijo. De isla en continente presenta una muestra significativa de los manuscritos del polígrafo canario, así como de sus ediciones príncipes, retratos, grabados de la época y materiales científicos.