El joven dramaturgo estadounidense Lucas Hnath fue el que se atrevió con una adaptación titulada La casa de muñecas 2, presentada en Broadway en abril de 2017. En España, una versión 3 o adaptación sobre el texto de Hnath, aterrizó como La vuelta de Nora (Casa de muñecas 2) en Alicante hace seis meses y ahora se presenta hasta el 23 de junio en el Teatro Bellas Artes.
La dirección y adaptación del texto corre a cargo de Andrés Lima y el reparto lo encabeza Aitana Sánchez-Gijón, -brillante en su interpretación de Nora-, y lo completan unos excelentes Roberto Enríquez, Isabel Díaz Lago y la eterna Karina de Cuéntame cómo pasó, Elena Rivera.
La trama
Después de 15 años desde que abandonó a su marido y a sus tres hijos para salir de un matrimonio que la asfixiaba, Nora regresa al que fue su hogar para tratar de reconciliar la mujer que era con la nueva en la que se ha convertido: “No podemos ser fieles porque siempre anhelamos algo más, es algo que está en la médula del ser humano”.
Así, la mujer emprende un viaje que reúne a su presente y a su pasado para arreglar su situación civil y, de alguna forma, enfrentar y justificar lo que hizo: “Padres, curas, políticos: te crees que lo necesitas (el matrimonio) porque es para lo que nos han preparado”.
Durante las casi dos horas de obra, el espectador sucumbe a los ideales de Nora y se espanta al mismo tiempo de esos principios contestatarios y revolucionarios para su época que le llevaron a anteponer sus necesidades a las de sus propios hijos.
Algunos tiemblan, otros creen que esa lucha silenciosa que emprendieron algunas mujeres por buscar un nuevo lugar en la sociedad, más allá del papel escrito para ellas, moldeó el mundo occidental para convertirlo en lo que hoy conocemos. El precio era alto, pero alguien tenía que hacerlo.
El vínculo
Convertida en una escritora feminista de éxito, Nora repite a modo de panfleto a la niñera que crió a sus hijos en su ausencia, a un marido traumatizado por el abandono y a una hija adulta que enfrenta el fantasma de su madre. Una mujer que no reconoce y a la que, al mismo tiempo, está unida por un vínculo fuerte, poderoso e indestructible.
“Me he pasado la vida escribiendo sobre lo que las mujeres desean y no hacen, y sobre lo que hacen pero no desean”. Quién sabe si hace casi dos siglos muchas de nosotras hubiéramos sido las Nora que se enfrentaron al sistema y trabajaron por un mundo diferente al que les tocó vivir. Un mundo que, muchas ellas, no llegaron a conocer.
A modo de mantra, Nora repite, y que no se nos olvide: “El amor es diferente al matrimonio, debe ser libre y no estar sujeto a contratos”. Y mientras resuena en la cabeza ese ideal de mujer independiente llega la otra cara de la moneda, la que siempre está y la que es necesaria, lo muestra la hija, Emmy, en la piel de Elena Rivera: “Quiero ser algo para alguien. Quiero que alguien me abrace”.
Como no iba a haber dos buenas razones para que fuera tan difícil tomar la decisión correcta.