Dando un gran rodeo, pero de eso va (precisamente) Copenhague. De un enfrentamiento dialéctico entre los reconocidos como “obsesivos, fanáticos, agotadores y monotemáticos” físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg, maestro y discípulo, cuando se enfrentan al que debió ser el mayor abismo ético de sus carreras: “Energía nuclear en plena guerra. Sí o no. Esa es la cuestión”.
Copenhague narra el encuentro que tuvo lugar en 1941 en la capital de Dinamarca, ocupada entonces por las tropas alemanas, entre el gran científico danés Bohr y su ex alumno Heisenberg, representante de los estamentos nazis y enemigos por la situación de sus dos países durante la Segunda Guerra Mundial. Todo son conjeturas sobre aquella misteriosa cita, que algunos han querido ver como decisiva para que la balanza de la guerra se inclinase a favor de los aliados. Lo que sí se sabe, aunque las razones no se conocen, es que estos dos gigantes de la ciencia rompieron relaciones para siempre después de su encuentro.
Y, en medio de ese enfrentamiento verbal, el texto comienza con un: “Pero, ¿por qué?”. Luego siguen con un: “Pero, ¿por qué no hiciste el cálculo de difusión?”. Y concluye: “¿Por qué no fabricaste la bomba?”. No se da tampoco una respuesta clara a ninguna de esas preguntas. Tampoco las hay. Mientras uno explica: “Tengo que saber qué futuro estoy eligiendo para mis hijos”, el otro mira hacia atrás y minimiza su participación en el proceso que llevó a las explosiones.
“Uno más uno pueden dar resultados diferentes” o “física y política es dolorosamente complicado separarlas”, un coctel molotov que combina los isótopos 238 y 235 del Uranio con un toque de Teoría de la Relatividad y un poco bastante de Lucky Strike, o lo que llamaron golpe de suerte.
Se despiden, con eso que queda, lo esencial: “En ese preciado mientras tanto están los árboles del parque (…), ese encuentro que podría definirse como esa incertidumbre que queda en el corazón de las cosas”.
Con esta obra, Michael Frayn recibió en 2000 el Premio Tony a la Mejor Obra de Teatro, una de las piezas más premiadas y representadas de los últimos años y que en esta ocasión está adaptada y dirigida por Claudio Tolcachir y protagonizada por unos impecables Emilio Gutiérrez Caba, en su papel de Bohr; Carlos Hipólito como Heisenberg; y, en el papel de la mujer de Bohr, Magrete, Malena Gutiérrez.