A esta voluntad de recuperar y revindicar el pasado ha de ligarse su pasión por el coleccionismo y la bibliofilia, que le llevó a ser, por ejemplo, uno de los mayores posesores de dibujos y grabados de Goya. La Biblioteca Nacional de España (BNE) le dedica hasta el 12 de enero la exposición Valentín Carderera (1796-1880). Dibujante, coleccionista y viajero romántico, que incluye un centenar de obras procedentes tanto de la propia BNE como de, entre otras instituciones, el Museo de Huesca, Fundación Lázaro Galdiano, Museo Nacional del Romanticismo, Museo de Zaragoza, Patrimonio Nacional, Museo Nacional del Prado, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando o la Hispanic Society of America, además de coleccionistas privados.
El objetivo de esta muestra es dar a conocer esta multifacética personalidad y profundizar en la sensibilidad de la generación romántica por la historia y el arte. El viaje constituye el hilo conductor que permite recorrer esta intensa vida, sus logros y sus contrastes: formado como artista en los preceptos del academicismo en Madrid y en Roma, Carderera fue sin embargo uno de los introductores del gusto neogótico en España. Y, mientras que su Iconografía española, verdadero panteón nacional de papel, está inspirada por la veneración romántica por los grandes personajes del pasado, sus dibujos de tipos populares reflejan el interés etnográfico por las indumentarias y las costumbres, consideradas como esencia misma de lo español. El deseo por ahondar en las raíces de lo nacional marca su proyecto artístico y erudito, al igual que el de sus amigos cercanos, Federico y Pedro de Madrazo o Pascual de Gayangos, así como el de Genaro Pérez Villaamil, en cuya España artística y monumental colaboró Carderera.
La nómina de sus viajes es extensa: a todos los que realizó por la península han de sumarse sus estancias en París y Londres, donde estableció una fructífera relación con Richard Ford, Owen Jones, Prosper Mérimée o Eugène Viollet-le-Duc, entre otros, con quienes compartía el gusto por la mirada nostálgica al pasado y la necesidad de definir su posición en el complejo debate entre tradición y progreso.
Con esta exposición, realizada en colaboración con el Centro de Estudios Europa Hispánica, la BNE quiere rendir justo homenaje a un personaje que ha dejado una honda huella en la institución: cuando el Estado adquirió en 1867 la colección de dibujos y estampas formada por Carderera, la Sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional se enriqueció con más de 45.000 obras, incluyendo dibujos, libros y estampas sueltas, entre las que destacan grabados de Mantegna, Durero o Rembrandt, o uno de los escasos dibujos atribuidos a Velázquez, que pueden verse en esta exposición.