En 2019 el mercado del arte obtuvo 64 mil millones de dólares en ventas a nivel global. En los primeros meses del 2020, en cambio, las ventas cayeron un 36%, tal y como concluye el informe encargado a Clare McAndrew por Art Basel y UBS.
Las galerías de arte, como tantos otros negocios, tuvieron que cerrar durante los meses de confinamiento generalizado. En los 60 países analizados en el estudio (incluida España), el 93% de las galerías cerraron sus puertas durante un plazo medio de 10 semanas. Esto supuso que un tercio de las galerías encuestadas redujera su personal en el primer semestre de 2020. Son las galerías más pequeñas las que han tenido que reducir su personal al mínimo más allá del cual ya no podrían funcionar.
Las galerías situadas en Asia (Corea del Sur, Singapur y Japón) y Australia, por el contrario, incluso tuvieron que aumentar sus plantillas. Los ricos coleccionista del mercado asiático, que vieron truncados sus viajes para comprar obras de arte, tuvieron que saciar su ansiedad en galerías locales.
En contraposición a las malas cifras generales, las ventas online se incrementaron un 37%, y gran parte de esta notable subida ha sido gracias a Instagram. Al fin y al cabo, mil millones es una audiencia mucho más grande de lo que Sotheby’s, Christie’s o cualquier gran galería podría soñar.
El auge en Instagram
Ahora bien, ¿hasta qué punto compra por Instagram el cliente tipo de una galería? Según el informe de Art Basel y UBS, el 61% de los coleccionistas de alto patrimonio encuestados habían comprado arte que apareció en la plataforma.
Y galeristas como Carlos Durán (director de la Galería Senda), Sabrina Amrani (Galería Sabrina Amrani) o Ismaël Chappaz (codirector de Espai Tactel) afirman que sus ventas por Instagram durante los meses de confinamiento aumentaron considerablemente.
De hecho prefieren esta red social frente a plataformas especializadas como Artsy o ArtNet, y consideran que los contactos realizados por clientes mediante redes sociales deberían continuarse y cerrarse por el mismo medio.
En el extremo opuesto se sitúan coleccionistas como Carlos Usandizaga, que opina que la adquisición de una pieza importante requerirá siempre de un encuentro físico entre la obra y el comprador.
Nuevas fórmulas
La pandemia ha acelerado la adopción de herramientas tecnológicas como las utilizadas en las ferias de arte online, los nuevos canales de comercio electrónico o los webinars.
La empresa Red Collectors, por ejemplo, se especializa en visitas virtuales en 3D gracias a la digitalización 360º del espacio expositivo.
Este tipo de estrategias llegan para quedarse, lo que nos llevará probablemente a un mundo del arte híbrido entre lo presencial y lo virtual, pero donde los avances virtuales en ningún caso reemplazarán los encuentros físicos.
Promover el contacto directo
Muestra de ello es el proyecto de la Galería The Goma que precisamente ahora ha puesto en marcha Studio 4, un conjunto de visitas a estudios de artistas representados por la propia galería que busca promover el contacto directo de público y profesionales con el artista en su lugar de trabajo.
Otra práctica muy extendida en la actualidad entre las galerías consiste en convertir los almacenes en showrooms, como está haciendo Carreras Múgica en Bilbao. Allí muestran de manera permanente obra que quizá resulte más fácil de vender por formato o tamaño pero que dista de su línea expositiva habitual, necesariamente pegada a la mayor actualidad artística.
Búsqueda de nuevos clientes
En una situación tan incierta como la que atravesamos, mantener las relaciones con los clientes existentes es quizá fundamental pero no suficiente. La búsqueda de nuevos clientes puede pasar por poner el foco en formatos más ágiles y a menudo olvidados en el mundo del arte tradicional.
Es el caso de la empresa We Art Exhibitions, que se ha creado para promover y difundir, a nivel nacional e internacional, la obra de ilustradores de reconocido prestigio.
De cara al futuro, el 91% de las galerías predecían que las ventas en las ferias de arte no mejorarían en la segunda mitad de 2020 y, es más, solo un tercio pensaba que aumentarían en 2021. A la luz de esta segunda ola que se nos ha echado encima, probablemente estuvieran en lo cierto.
Va siendo hora de pensar nuevas fórmulas que alejen el espejismo de las ventas multimillonarias y mediatizadas y promuevan un mercado más plural, accesible y diverso. Quizá las subastas online sigan dando titulares en los próximos años, pero el futuro del mercado del arte habrá que buscarlo fuera de esas salas vacías.
Nerea Ayerbe Elola, profesora colaboradora en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Investigadora en Mercado de Arte, Universidad de Deusto.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.