Cuando Cándido nació, Clara había perdido la esperanza de tener hijos. En el momento en el que tuvo entre sus brazos aquel bebé, blanco como la leche y frío como un invierno, no supo qué hacer con él. No sintió amor por ese ser albino, de ojos fríos y grises como el acero, al que tendría que criar sola.
Fue un niño solitario y enclenque. Ordenado hasta rozar lo enfermizo. No gateó para no llenar de pelusas sus manitas infantiles. Tampoco jugó al balón para no mancharse. No tuvo juguetes, así que se entretenía ordenando los cepillos de dientes que su madre traía de la fábrica en la que trabajaba. A veces los organizaba de mayor a menor y otras los clasificaba en función de la dureza de sus cerdas. Se pasaba las tardes limpiando con sus cepillos las juntas de los azulejos del cuarto de baño hasta dejarlos relucientes.
Pasó su adolescencia en la biblioteca, rodeado de silencio y de libros. Antes de empezar a leerlos les quitaba el polvo con su cepillo y utilizaba un trozo de hilo dental para marcar las páginas.
No tuvo mucho éxito con las mujeres. Solo Nieves se fijó en él. La joven tenía un padre sucio y borracho, y la primera vez que vio a Cándido, tan limpio y ordenado, le pareció un ángel. Enseguida se comprometieron y el día de su boda los dos vestían de blanco.
Esa noche sería la primera vez para ambos y Nieves estaba nerviosa. Cándido la desnudó con delicadeza. Puso unas gotitas de desinfectante con olor a limón detrás de sus orejas y en las muñecas. Con un algodón empapado en alcohol le limpió los pezones y el ombligo. Sacó uno de sus cepillos de dientes y le peinó las cejas, las pestañas y el vello púbico. Ahora estaba perfecta, tumbada sobre las sábanas blancas de hilo. Encendió la radio y buscó una emisora de música clásica. Estaba sonando ¡Oh Fortuna! de Carmina Burana, su canción favorita. Se puso los guantes de látex y cubrió su pene con un profiláctico. La penetró al ritmo de la música de forma fría y calculada. Como la joven gemía, le metió en la boca las braguitas de puntilla blanca ¡Lo estaba estropeando todo con sus lagrimitas! Cuando estaba a punto de llegar al clímax, notó como un líquido rojo y caliente se deslizaba entre las piernas de la muchacha. No pudo contener su ira ¡Esa niñata estaba ensuciando la cama! Apretó el cuello de la joven con ambas manos y pudo ver el pánico reflejado en sus ojos. En ese instante sintió un placer indescriptible y eyaculó por primera vez en su vida.
A la mañana siguiente, cambió las sábanas de la cama, limpió el cuerpo sin vida de Nieves y colocó sobre su vulva una flor blanca. La cubrió con el velo de novia y se despidió de ella con un regalo: su cepillo de dientes más preciado.
A partir de ese día, un impulso incontenible se apoderó de él y no había otra forma de apagarlo que secuestrando a las jovencitas que tenían la desgracia de cruzarse en su camino. Elegía a sus víctimas al azar. Las llevaba a la casa y repetía el mismo ritual una y otra vez. Ahogaba sus sollozos metiéndoles las bragas en la boca. Desinfectaba sus pezones y el ombligo. Peinaba su vello púbico con el cepillo de dientes. Las penetraba al ritmo de la música, y cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, les apretaba el cuello sin dejar de mirarlas a los ojos. Siempre dejaba al lado de los cuerpos desmadejados un cepillo de dientes recién estrenado.
Empezó a extenderse la noticia de que un asesino andaba suelto. Las mujeres dejaron de salir solas a la calle. Pero nadie sospechaba de Cándido, un joven tan pulcro y ordenado.
No puede recordar cuál fue su error. Solo sabe que, cuando le detuvieron, la policía lo tomó por un loco y el juez decretó su ingreso en un hospital psiquiátrico. Pero él está cuerdo. Lo que hace es bello, es un arte, aunque algunos no sepan entenderlo.
La joven rubia le sonríe y le pregunta de nuevo: Cándido, ¿estás bien?, ¿necesitas algo?
Él acaricia el mango de su cepillo de dientes y le contesta: Sí. Tal vez escuchar algo de música clásica ¿Te gusta Carmina Burana?
Más sobre el II Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz
El gran número de autores innovadores y la gran calidad del cuento español en el panorama literario contemporáneo es un fenómeno reconocido tanto por la crítica especializada como por los aficionados a la literatura en general y a la narrativa breve en particular. Con el objetivo de promover y difundir este género, hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores SL, convocaron la segunda edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 4.000 euros y cuyo plazo de presentación de relatos concluye el 7 de julio de 2021.
Durante la fase previa, cada semana el Comité de Lectura seleccionará el relato que, a juicio de sus miembros, sea el mejor entre los enviados hasta esa fecha. El relato seleccionado se publicará posteriormente en hoyesarte.com. Este procedimiento se repetirá cada semana, durante las 27 semanas (tantas como las letras del abecedario de la lengua española) comprendidas entre el 2 de enero de 2021 y el 7 de julio de 2021. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del primer y segundo premio y de los dos accésits.
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Fechas clave
Apertura de admisión de originales: 2 de enero de 2021
Cierre: 7 de julio de 2021
Fallo: 6 de agosto de 2021
Acto de entrega: 21 de agosto de 2021