Valdés Leal (1622-1690) incluye una amplia representación de la producción del artista, con fondos custodiados por el museo hispalense e importantes préstamos nacionales e internacionales, entre ellos, del Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, The National Gallery de Londres, Hamburger Kuntshalle, la Catedral de Sevilla, la Hermandad de la Santa Caridad, así como de diversas colecciones privadas y parroquias sevillanas, cordobesas y gaditanas.
Además, la muestra aspira a situar al artista en su tiempo. Ubicado en sus años iniciales en la órbita de Herrera el Viejo y Antonio del Castillo, Valdés se vio fuertemente influido por los aires nuevos traídos por Herrera el Mozo desde Madrid. También explora cómo el éxito de Murillo le llevó a buscar unos caminos expresivos alternativos a través de un lenguaje arrebatadoramente personal, superando el tradicional ejercicio del oficio en la escuela sevillana de su época al mismo tiempo que afianzaba su personalidad como artista.
Precisamente la comparación con Murillo ha llevado a que en numerosas ocasiones no se haya tenido en cuenta la verdadera dimensión de Valdés. Murillo fue fundamentalmente un pintor capital y también extraordinario dibujante, mientras que Valdés fue un creador profuso sin fronteras técnicas que supo estar abierto a las novedades, que le llevaron a configurar un estilo personal y a renovarse constantemente.
El mito desenfocado de Valdés como el “pintor de los muertos”, que tiene su origen en la fama alcanzada por Las Postrimerías del Hospital de la Santa Caridad, es solamente un ejemplo más de esa capacidad creadora sin límite. En esos cuadros puso imagen a los pensamientos de Miguel Mañara, el mecenas del encargo, y no, como se le atribuye, una particular atracción por lo tétrico, tal como convenía a la literatura romántica y a las narraciones de los viajeros del siglo XIX.
Otro rasgo fundamental que explora esta exposición es el modo de concebir la obra de arte, el camino que recorre en la mente y en las manos del artista desde que se le encarga hasta que la finaliza. Es decir, cómo compone la obra, cómo se plasma en el lienzo, ensayando o estudiando las posibles soluciones a lo que ha de representar. Para ello, Valdés se sirvió del dibujo y también practicó un tipo de pintura en pequeño formato donde ensayaba esas posibles composiciones, en un tipo de obra que hasta ahora ha aparecido como marginal en su producción pero que tiene una función primordial, pues deja plasmada su capacidad de componer, su técnica rápida y valiente, y sobre todo hace evidente la cualidad escenográfica de su obra.
Visión actualizada
La muestra, comisariada por Ignacio Cano, Ignacio Hermoso y Valme Muñoz, actualiza la aproximación científica al pintor y escultor realizada por la pinacoteca sevillana en 1991, con ocasión del tercer centenario de su fallecimiento. Así complementa la figura de Valdés añadiendo otros parámetros que responden a la renovación y evolución de la propia Historia del Arte, es decir, teniendo en cuenta nuevos datos consecuencia de importantes investigaciones recientes y atendiendo a una serie de factores fundamentales hasta ahora poco contemplados, como es el contexto histórico o el modo de producción del artista, que trabajaba en un taller organizado en el que la producción de la obra era la suma del trabajo de diversos profesionales dirigidos por el maestro, que participaba en mayor o menor medida según la importancia del encargo.
https://youtu.be/z0VXwhOt6Z0
https://youtu.be/NGr3ZHjzLhk