«Pinto lo que no puedo fotografiar. Uso la fotografía únicamente como modelo. Si son temas de Madrid hago una fotografía y luego me acerco varias veces a ver el lugar mientras lo pinto. Si el lugar no es Madrid lo que pinto está basado en los recuerdos que me traigo. En cambio, mis compañeros realistas pintan del natural. Está muy bien pintar del natural, pero cada uno tiene su método y costumbres». Para De Diego, estas palabras de Avia «pueden estar contando mucho más de lo que aparentan a propósito de una creadora durante años considerada realista por el simple hecho de no ser abstracta y ser figurativa». Pero, se pregunta la comisaria, «¿es Amalia Avia una simple pintora realista o su propuesta artística es mucho más compleja? Sobre todo, ¿qué es lo que pinta Avia al no poder fotografiarlo?».
A través de 113 obras, la muestra aborda, más allá de etiquetas, algunas de estas cuestiones desde un punto de vista actual y buscando otras perspectivas que delinea ese uso de la fotografía, desde fotos hechas por ella o por su familia hasta recortes de periódico. Son fotos que, recuerda la De Diego, «jamás presentan literalidad alguna; un punto de partida para captar, después, a través de los cuadros, las atmósferas en las cuales es maestra Avia: extraordinarios tiempos detenidos».
La exposición incluye una amplia panorámica de una producción marcada, por una parte, por las obras de exteriores y edificios destacados de diferentes barrios de Madrid –su ciudad fetiche– y, por otra, por los interiores de diferentes estancias y la reproducción de objetos cotidianos.
De la Puerta del Sol pasando por el barrio de Justicia, hasta llegar a comedores, cocinas, mecedoras, máquinas de coser o la singular serie de las camas, en todas las obras se aprecia su intención de reflejar la huella de lo humano, de esas vidas anónimas que tanto le atraían.
Para Estrella de Diego, «Avia no retrataba lugares, objetos o paseantes: los archivaba para la memoria, que es cosa muy distinta. Sus retratos del mundo hablan, en primer lugar, de un deseo acuciante por ordenarlo, por reescribirlo; por revisitarlo y recomponerlo como lo necesita».
Sobre Amalia Avia
Amalia Avia (Santa Cruz de la Zarza, Toledo, 1926 – Madrid, 2011) comenzó su trayectoria pictórica en la década de 1950 en el estudio de Eduardo Peña en Madrid. En esa época conoció a muchos de sus amigos y posteriores compañeros de generación, entre ellos el pintor Lucio Muñoz, con quien se casó en 1960.
Su pintura aborda temas urbanos y muestra la belleza de los edificios con sus fachadas dañadas por el paso del tiempo. Se detiene en detalles que a veces nos pasan desapercibidos, como tapias, puertas de comercios o muebles y objetos del interior de las casas.
Su primera exposición individual tuvo lugar en 1959 en la Galería Fernando Fe de Madrid. A lo largo de su trayectoria trabajó con las galerías Juana Mordó, Biosca y Juan Gris. Participó en numerosas muestras en torno al realismo español por todo el mundo y, en concreto, sobre el grupo de amigos conocido como “realistas de Madrid”: Esperanza Parada, Isabel Quintanilla, María Moreno, Antonio López, Julio López Hernández y Francisco López Hernández.
En 2004 publicó sus memorias, De puertas adentro, aplaudidas por la naturalidad de su escritura y fundamentales para entender la personalidad de la artista y el contexto histórico en el que trabajó.