Arriesgado, heterodoxo y singular, Pinazo fue admirado por sus compañeros artistas, pero no entendido por la sociedad ni por la crítica, y es precisamente ese camino hacia la modernidad el que se puede ver en esta muestra con más de trescientas obras que devuelve al artista a la sala que alberga la muralla cristiana-mudéjar del Institut, recientemente restaurada.
Vicente Pla, su comisario, recuerda que Pinazo dedicó una «atención extraordinaria» a la cuestión de las identidades y que «hace 100 años ya estaba planteando una forma de aproximación estructurada y entrelazada a este tema».
El proyecto expositivo se materializa en tres ámbitos, en cada uno de los cuales se entrecruzan las problemáticas representacionales con distintos regímenes de temporalidades implícitas, contextos políticos, modos de hacer y gestos. Incorpora, además, la voz del propio artista a través de una selección de sus textos. Pinazo escribió un ingente volumen de apuntes bajo el título Notas y pensamientos que, para Pla, son una gran fuente de información. En estos escritos manifiesta un deseo de huir del retrato como el género alimenticio.
En el primer ámbito de la exposición, denominado Reconocimientos, se muestran los retratos por encargo y los realizados entre sus familiares y conocidos; también alguno de sus autorretratos y muchos ejemplos de sus abundantes estudios de figuras.
En Anonimatos, Pinazo plantea una forma de interpretación de las identidades colectivas. «Estas escenas –explica el comisario– muestran que concibió lo social como una suma de realidades construidas mediante interacciones prácticas, pero también que entendió la dimensión humana colectiva como la adición de múltiples singularidades». Aquí se pueden ver pinturas dedicadas a las tradiciones, actos ritualizados, la religión, escenas de la fiesta como las mascletás o los toros. Para Pla, «en Pinazo hay una crítica a las colectividades ya que estas no se configuran a iniciativa de la población, sino gracias a rituales establecidos. Son identidades heteronómicas, regidas por normas que venían desde arriba».
Por último, en Ausencias, los conceptos políticos de patrimonio, legado y tradición y huella aparecen a través de la representación de paisajes rurales de l’Horta Nord, espacios urbanos, lugares habitados donde las personas ya no están. En muchas de las obras de esta sección Pinazo vertió lo que se podría considerar su concepto más complejo de la dimensión identitaria apelada por sus representaciones. «Nos encontramos ante lienzos y dibujos que muestran escenas en las que predomina la quietud y algunas acciones parecen manifestarse solo indirectamente a través de sus huellas», concluye el comisario.
El grueso de la exposición está formado por la Colección del IVAM, con alrededor de cincuenta pinturas y un centenar de dibujos, además de fotografías y películas de época, que se completan con obras provenientes de la Casa-Museo Pinazo, la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, el Museo de Bellas Artes de Valencia y otras piezas de colecciones particulares valencianas.
El IVAM es uno de los centros que conserva un mayor número de obras de Pinazo gracias a la donación que hizo su familia en 1986, fondos que permiten, en palabras de Vicente Pla, «seguir estudiando a Pinazo desde la contemporaneidad, lejos de los géneros y del marco academicista».