Weiwei desarrolla una actividad diversa y prolífica en campos como la instalación escultórica, el cine, la fotografía, la cerámica, la pintura, la escritura y las redes sociales. Transita, pues, entre una gran variedad de lenguajes formales para reflexionar sobre la condición geopolítica y sociopolítica contemporáneas. Su trabajo y su vida interaccionan e influyen el uno en la otra, informando también su activismo y defensa de los derechos humanos.

Aunque no se ha concebido como una retrospectiva, Don Quixote sí que aborda varias de las temáticas centrales de su trabajo, entrelazando aspectos autobiográficos con cuestiones como la crisis de los refugiados, la política internacional o el impacto de la inteligencia artificial en el desarrollo de la humanidad.

Es, además, la primera exposición que exhibe en profundidad su serie de cuadros realizados con bloques de LEGO, 19 obras en las que el artista parte de cuarenta colores para producir imágenes que recrean cuadros de la historia del arte o modifican fotografías procedentes de los medios de comunicación.

Entre las obras monumentales incluidas destaca La Commedia Umana (2017-2021), un candelabro realizado con 2.000 piezas de cristal negro de Murano y más de ocho metros de altura que habla del ciclo de la vida y de la muerte, y cuya creación se ha prolongado cuatro años.

Como señala Álvaro Rodríguez Fominaya, director del MUSAC, «los ready-mades y objets trouvés (objetos encontrados) son usados libremente por Ai Weiwei, y aquí los encontramos en obras como Lotus [Loto] (2016) u Olive Tree Roots [Raíces de olivo] (2021). Con frecuencia trabaja con técnicas tradicionales chinas –como en las dos obras monumentales realizadas en bambú– que nos trasladan a la dinastía Ming. Descubrimos también en el recorrido cómo traduce tropos lingüísticos del idioma chino al ámbito visual. Es el caso, por ejemplo, de la obra A Spring with Caonima [Un salto con Caonima] (2019), una referencia a la imagen de una alpaca convertida en un símbolo contra la censura en internet».

Más allá del materialismo dialéctico

«Son muchas las fronteras que hay que desmantelar, pero las más importantes son las de nuestros corazones y nuestras mentes: esas son las fronteras que separan a la humanidad de sí misma».

(Ai Weiwei en The Guardian, 2018)

El título de esta exposición lleva a la niñez del artista, en los remotos desiertos de Xinjiang (China), al recordar cómo un ejemplar vívidamente ilustrado del Quijote perteneciente a su padre, el poeta Ai Qing, despertó su imaginación y le permitió, al mismo tiempo, acceder a un sistema de pensamiento distinto al del materialismo dialéctico en el que creció y descubrir que era posible pensar un universo fantástico en contradicción, incluso, con la realidad. En la muestra quedan reflejadas sus inquietudes humanistas, desde la crisis de los refugiados o la defensa de la libertad de expresión hasta lo que el propio artista define como el declive del humanitarismo, que transpira en gran parte de sus creaciones.