Esta óleo sobre lienzo de Van Dyck fue colocado en dicha sala, que atesora los mejores lienzos del monasterio, por iniciativa de Diego Velázquez, entre el David vencedor de Goliat, de Jacobo de Palma, y La Virgen de la Silla de Guido Reni, lugar donde ayer fue reubicado en presencia del presidente del Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña. La obra representa con extremado dramatismo y belleza los preparativos para la ejecución del santo.

Dos siglos de ausencia obligada

Según la documentación existente, durante la Guerra de la Independencia, en 1809, el Bibliotecario Real de aquel momento, Pablo Lozano, se hizo cargo del lienzo, aunque se desconocen los detalles de su salida de España. A partir de ahí, se desconoce su paradero hasta que en 1930 se detecta en una colección privada en la ciudad francesa de Lyón.

Desde entonces, la obra ha pasado por diferentes galerías y subastas, hasta que Patrimonio Nacional formuló la propuesta para devolverlo al monasterio escurialense. Según Pico de Coaña, "esta adquisición ha sido de una gran importancia. No sólo por tratarse de la recuperación de un bien del patrimonio histórico español procedente de la Corona, sino porque esta institución no contaba con otra obra de este magnífico pintor flamenco".

"La política que seguimos desde el punto de vista cultural es comprar barato y a tiempo en todas y cada una de las oportunidades que se nos presentan", ha señalado Pico de Coaña, porque "aunque el coste de la obra ha sido de 2.550.000 euros, el valor es seis veces mayor".

Concierto de campanas

El estado de conservación en que se encuentra la obra es relativamente bueno ya que, pese a los daños y desgastes que presentaba tras su adquisición, ha sido restaurado bajo la dirección de la conservadora de Pintura Antigua del Patrimonio Nacional Carmen García Frías.

El acto de recolocación de El martirio de San Sebastián, al que ha asistido Pico de Coaña junto con el delegado del Patrimonio Nacional en el Real Sitio, Pablo Larrea, ha estado acompañado por un concierto de campanas a cargo del carillonista de San Lorenzo de El Escorial, Manuel Terán.

 

De rey a rey

Con 194 centímetros de altura por 142 de anchura, el cuadro engrosó la colección de Felipe IV después de que, presuntamente, se lo regalase el octavo marqués del Carpio. El embajador español lo consiguió en 1651, y, con probabilidad, procedía de la almoneda de los bienes del decapitado Carlos I de Inglatera, del cual Van Dyck había sido pintor de corte.