El alemán Gerhard Richter (Dresde 1932), uno de los artistas más cotizados en el mercado internacional del arte, es un creador con dos facetas muy diferenciadas. Una es la figurativa: imágenes desenfocadas, inicialmente en blanco y negro, pero a partir de un determinado momento también en color y basadas siempre en fotos. La otra es abstracta y consiste lo mismo en puras muestras de colores que en composiciones de trazos expresionistas o pinturas de gris monocromía.

Y como parte de este juego bipolar, La National Portrait Gallery londinense está dedicando estos días, hasta el 31 de mayo,  una exposición centrada exclusivamente en los retratos que este artista ha realizado a lo largo de su carrera, una faceta que desde muy temprano ha sido, en efecto, un aspecto importante del arte de Richter, aunque prácticamente inclasificable, ya que  a partir de fotografías de todo tipo, muchas veces de revistas, otras personales, Richter ha pintado de todo: animales, objetos cotidianos, familias en vacaciones, deportistas, políticos, terroristas, imágenes pornográficas, granjas, paisajes, nubes, edificios y un largo etcétera.

Organizada cronológicamente, la exposición londinense reúne alrededor de 45 obras de distintas etapas, procedentes de colecciones públicas y privadas elegidas de forma que muestran las principales preocupaciones y líneas de evolución de su arte.

Así, una de las secciones se centra en el uso de fotografías de periódicos y revistas, entre ellas varias relacionadas con el asesinato del presidente Kennedy, otra dedicada a los trabajos basados en fotos de su propio álbum familiar o los de sus amigos. Hay también retratos de algunos de sus marchantes y coleccionistas, un autorretrato en color, así como un retrato muy curioso de la pareja de artistas británicos Gilbert & George hecho con la técnica de la múltiple exposición.

Richter ha utilizado también como modelos a sus sucesivas esposas, así como a su hija y su nieto pequeño y entre las imágenes más icónicas está la titulada "Ema" (Desnudo en escalera), de 1966, un desnudo frontal de su primera mujer que por su temática y, pese a lo distinto de sus estilos, evoca el famoso cuadro de Marcel Duchamp "Desnudo descendiendo una escalera (Número 2)".

También llama poderosamente la atención, por su delicadeza, el retrato titulado "Lesende" (Lectora), de 1994, que representa el busto de su tercera mujer de perfil leyendo unos papeles.