Picasso podría estar vivo, pero no, murió en 1973, aunque en la tumba no aparezcan ni la fecha ni el nombre. Está enterrado junto a Jacqueline en el jardín del castillo, en un lugar tapado por un montículo circular de hierba fresca, la escultura de una mujer y unos cedros silenciosos.
Es la primera vez que el santuario se abre al público, después de 35 años cerrado, en lo que parece un gesto simbólico hacia la exposición de Cézanne y Picasso que se inaugura en el Museo Granet de Aix-en-Provence el próximo 25 de mayo.
El nexo de unión entre los dos artistas es la cercana montaña de Sainte Victoire. Cézanne la pintó hasta 80 veces antes de iniciar el camino del cubismo. Y Picasso adquirió el castillo de Vauvenargues porque estaba construido a la sombra de esa montaña tan querida por el maestro al que nunca conoció, pero del que deja testimonio de su devoción en una carta escrita a Brassai: "Cézanne es mi solo y único maestro. He pasado años contemplando sus cuadros. He pasado años estudiándolos", escribe Picasso.
La exposición el Museo Granet permanecerá abierta hasta el 27 de septiembre.