La Torre de Hércules es un faro de origen romano, construido sobre un promontorio rocoso bañado por el Océano Atlántico. La construcción original está protegida por un recubrimiento del siglo XVIII para cuya realización se emplearon ejemplares técnicas de restauración. Es el único faro de la Antigüedad cuyo uso se ha mantenido hasta la actualidad.

Valor universal

Para ser incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial, los bienes deben tener un valor universal y cumplir por lo menos, con uno de los criterios de selección indicados en las Directrices Prácticas sobre la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial. En el caso de la Torre de Hércules, los criterios por los que se ha presentado son:

-«Aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva o desaparecida”. En este sentido, la Torre constituye un testimonio excepcional de la civilización romana y es el único ejemplo conservado de faro de la Antigüedad que, a pesar del tiempo transcurrido desde su construcción, sigue cumpliendo en el siglo XXI su función como señal marítima.

Maravillas del mundo antiguo

En este sentido, el gallego es el último eslabón de una gran cadena de la que formarían parte los principales faros del mundo antiguo. Entre ellos hay algunos ejemplos, como el faro de Alejandría o el Coloso de Rodas, que fueron reconocidos por Antípatro de Tesalónica como una de las siete maravillas del mundo antiguo.

La de A Coruña es la única señal marítima que se mantiene operativa de todas las torres de apoyo a la navegación que la civilización romana construyó tanto en el litoral mediterráneo como en el atlántico.

-“Ser un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos significativos de la historia humana”. La Torre es un ejemplo eminente de un tipo de construcción de ingeniería romana que no tiene parangón ni dentro ni fuera de los limes del Imperium.

La intervención del siglo XVIII

El interés extraordinario de este monumento se basa en la gran cantidad de información que se puede obtener de él. La Torre ilustra varios períodos significativos de la historia humana, su origen en época imperial, su posterior evolución en la Edad Media, su recuperación en tiempos modernos y su consolidación y puesta en valor a finales del siglo XVIII.

Esta última intervención fue sustancial para asegurar el mantenimiento y la conservación de la construcción romana, por eso es uno de los ejemplos paradigmáticos de la restauración científica de un monumento de la antigüedad, según los criterios ilustrados que imperaban en España en el siglo XVIII.