El 23 de enero de 1594 la compañía de actores del conde de Sussex estrenó en el teatro La Rosa de Londres la tragedia Tito y Andrónico, creada por un joven William Shakespeare. La Noble Historia Romana de Tito Andrónico o Tito Andrónico -como la posteridad terminará por conocerla- será mencionada por primera vez en el “Diario” de Henslowe coincidiendo con su estreno, para su definitiva publicación el 6 de febrero de 1594.

Discutida pieza desde todos sus ingentes lados. Aristas destinadas a rasgar la piel desde el horror y la crueldad, temas nucleares de la obra que incluso llegaron a cuestionar su propia autoría (hoy generalmente atribuida al dramaturgo isabelino, especialmente desde las investigaciones realizadas por los especialistas J.M. Robertson y Dover Wilson). Discutidas, también, estructuras dramáticas, donde el espectador no tiene tiempo para digerir lo que ve, pues sin respiro se sirve el mal y el reflejo de su propia condición ante tus ojos. Dudas y posicionamientos, en definitiva, frente a un texto que como todo Shakespeare siempre está a la espera de ser explorado.

Personajes oscuros

Tragedia romana en rojo sobre negro, de venganza y sangre, precedida por un éxito rotundo en plena sociedad del Renacimiento. Ámbito oscuro el de Tito Andrónico que sedujo al público de finales del siglo XVI, en un momento en que Séneca y el mundo decadente romano eran vistos con el extraño placer que lo prohibido negaba. Teatro no para reyes, sí de reyes, volcado hacia el rojo ocre de los muertos, en un mundo (el del arte) donde la pintura empieza, como en Caravaggio, a habitar el terror. Titus Andronicus, semilla del mal.

Tito, encarnado en el montaje de Animalario por Alberto San Juan, ancla sus vicios a la columna vertebral de sus virtudes. Es un general romano poseído por la sangre, hombre degenerado en el poder abocado a errar al aplicar su personal concepción de la justicia: el asesinato. Titus Andronicus, mundo desdoblado en el resto de personas del drama, degenera en una viciada desdicha de la que sólo salen víctimas: Filomena, Alarbo, Lavinia, Bassiano o Mucio. Guerras entre familias, hijos ilegítimos, incestos, niñas violadas, personajes oscuros (como el malvado Aarón, muy vinculado por los estudiosos a El judío de Malta de Marlowe y, a su vez,  predecesor del futuro Yago de Othelo, el moro de Venecia), constituyen esta animalizada reunión de exaltadas pasiones. Humanos en su más amplia y negra dimensión.

Proceso de creación teatral

Por ver está la explosión de la mezcla en la versión de Animalario. El director, Andrés Lima, deja constancia del largo e intenso trabajo de exploración del texto (traducido expresamente por Salvador Oliva) que llevó a la compañía a realizar diversos ejercicios creativos de varios meses en localizaciones como Colombia, Sevilla o Madrid. Por otra parte, el mismo director reconoce que la obra les viene “como anillo al dedo”, pues sus horizontes van en la misma dirección que los habituales desarrollos de la compañía, acostumbrada ya, mucho antes de Marat-Sade (2007) o Urtain (2008), a este tipo de arduos pero maravillosos procesos de ensayo.

El reparto: Enric Benavent, Alfonso Begara, Fenrando Cayo, Juan Caecerom, Julio Cortázar, Elisabet Gelabert, Javier Gutiérrez, Nathalie Poza, Tomás Pozzi, Alberto San Juan y Luis Zahera, entre otros.