Muy cerca, en la sala de Las Pescaderías, podrá verse a partir del mes de agosto el óleo que se presentó la semana pasada, Bañistas de Es Llaner, que se añade a los alicientes de la visita nocturna.
Gala, en contexto
Cuando en 1929 Dalí conoce a Gala Éluard, le provoca una fuerte impresión, tan intensa que a partir de este momento no se separan nunca más, hasta la muerte de Gala el junio de 1982. Esposa y musa, su verdadero nombre es Elena Ivanovna Diakonova, una mujer misteriosa, transgresora, de gran intuición, que supo reconocer el genio artístico y creador donde lo había y que a lo largo de su vida, incluso antes de conocer a Dalí, se relacionó con numerosos intelectuales y artistas.
El pintor escribe en Vida Secreta: “Estaba destinada a ser mi Gradiva (este nombre proviene del título de una novela de W. Jensen cuyo personaje principal es Sigmund Freud; Gradiva es la heroína y efectúa el cuidado psicológico del protagonista), la que avanza, mi victoria, mi esposa”.
El pintor realiza, a partir de un retrato fotográfico de Gala, un retrato minucioso, con collage, lleno de detalles, a partir del humo de un cigarro, donde integra su iconografía de este momento, que se repite a menudo, sobre todo en las pinturas de los años 1929 al 1931: la langosta, el pájaro, la figura del gran masturbador, las conchas, la ardilla, las hormigas… acompañan a Gala, con una larga cabellera; Gala, la mujer ideal que nos mira fijamente. Un retrato, pues, de delicada ejecución y que, de acuerdo también con las reducidas dimensiones de la obra, constituye una pequeña joya.