La posibilidad de que Richard Nixon haya sido durante su mandato una especie de “estafador de la opinión pública” puede que sea un tema histórico a debate, pero hay algo sobre él que desde luego no ofrece ninguna duda: sea lo que fuera, no era ningún amante del arte moderno.
Memorandum a Haldeman
De hecho, en otro memorándum a Haldeman, Nixon escribe: "…esos a los que les gusta el arte moderno y la música de protesta están en un 95 por ciento en contra de nosotros de algún modo. Me refiero a los recientes adictos a Leonard Bernstein y a toda esa gente de Nueva York. Cuando comparo la monstruosidad del Lincoln Center con la Academia de la Música en Filadelfia, me doy cuenta de hasta que punto el arte moderno y la arquitectura se han convertido en decadentes”.
Nixon sigue diciendo que la "la gente de los Kennedy tenían todo el derecho a fomentar este tipo de cosas cuando estaban ellos, pero yo, ahora, no tengo la más mínima intención de seguir apoyando todo eso" . Como nota al margen ("P.S."), añade: "yo también quiero un cheque por el increíblemente atroz arte moderno que hemos esparcido por todas las embajadas del mundo".