Para Luis Fernández-Galiano, la arquitectura es un arte coral, pero se trenza alrededor de trayectorias individuales. El siglo XX vio surgir la arquitectura moderna como producto de los cambios técnicos, las transformaciones sociales y las mutaciones estéticas: el acero y el vidrio, el ascensor o el aire acondicionado modificaron la manera de construir lo mismo que el automóvil revolucionó el urbanismo; el protagonismo de lo colectivo en el mundo laboral y en la vida cotidiana hizo surgir nuevos tipos de edificios, y alteró la organización de usos y funciones en la casa; por último, las vanguardias artísticas hicieron girar sobre sus goznes la forma de concebir el espacio interior y el aspecto exterior de las obras arquitectónicas.
Sin embargo, estas poderosas fuerzas materiales y culturales actuaron a través del talento creativo de arquitectos singulares, cuya obra fue configurada por su tiempo, y que a la vez contribuyó a modelar su propio clima intelectual y artístico. Las cuatro figuras elegidas aquí son las que los cánones historiográficos celebran como medulares, y aquéllas también consideradas prioritarias por los organismos internacionales encargados de la protección patrimonial.
Frank Lloyd Wright (1867-1959) inició su carrera en el Chicago donde nacieron los rascacielos, pero cambió el curso de la arquitectura con sus casas, que rompían los volúmenes convencionales para abrirse al paisaje, y culminó su prolongado periplo creativo con la espiral escultórica del Museo Guggenheim neoyorquino, y quizá la obra más icónica y popular de la modernidad.
Mies van der Rohe (1886-1969) introdujo desde su estudio en Berlín el rigor constructivo del acero o el vidrio, así como los espacios fluidos que exhibe el Pabellón de Barcelona, hasta que la tempestad totalitaria del nazismo le obligó a exiliarse en Estados Unidos, donde construyó con la exquisita elegancia de su ‘menos es más’ residencias transparentes como la casa Farnsworth, y rascacielos exactos que todavía hoy se siguen imitando.
Le Corbusier (1887-1965) vivió en París un fervor plástico que le llevó a combinar el cubismo de Picasso con las formas tecnológicas de los coches o los navíos para diseñar ‘máquinas de habitar’ como la Villa Saboya, utilizando a la vez el hormigón de sus construcciones y la retórica persuasiva de sus libros para publicitar una nueva arquitectura, que en la última etapa de su vida adquirió ecos arcaicos y monumentales en obras como la lírica capilla de Ronchamp o los edificios de Chandigarh, la ciudad nueva que trazó en India.
Alvar Aalto (1898-1976), por último, se transformó en un símbolo de Finlandia y del diseño nórdico al transitar desde la modernidad blanca del Estilo Internacional –acuñado por la influyente Bauhaus germánica– hacia una arquitectura más orgánica, construida con materiales vernáculos y cálidos como el ladrillo o la madera, y suavemente integrada en la naturaleza con las curvas de Villa Mairea o de sus auditorios en forma de abanico.
Con la desaparición de estos cuatro grandes maestros se cerró la aventura de la arquitectura moderna para dar lugar a las revisiones posmodernas o deconstructivas, pero en sus cuatro itinerarios vitales y artísticos se enredan las hebras con las que está tejido el tapiz intelectual y formal del siglo XX. Estos arquitectos modernos, convertidos ya en clásicos, forman parte inseparable de nuestra historia y de nuestras vidas. El mundo en que vivimos fue pensado o soñado por ellos; y en ellos hay que buscar también el origen de algunas pesadillas. Fértiles y poliédricos, acudir a su encuentro equivale a buscar las fuentes de nuestro presente, de su promesa y de su riesgo.
Luis Fernández-Galiano (1950) es arquitecto, catedrático de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y director de las revistas AV/Arquitectura Viva. Entre 1993 y 2006 estuvo a cargo de la página semanal de arquitectura del diario El País, donde actualmente colabora en la sección de Opinión. Miembro de número de la Real Academia de Doctores, presidente del jurado en la 9ª Bienal de Arquitectura de Venecia y de la XV Bienal de Arquitectura de Chile, experto y jurado del premio europeo Mies van der Rohe, ha sido comisario de las exposiciones El espacio privado en Madrid y Eurasia Extrema en Tokio. Entre sus libros se cuentan La quimera moderna, El fuego y la memoria, Spain Builds (en colaboración con el MoMA) y Atlas, arquitectura global circa 2000 (con la Fundación BBVA). |
Madrid. Maestros de la arquitectura del siglo XX. Fundación Juan March.
9, 11, 16 y 18 de marzo de 2010.
Salón de Actos. 19,30 h. Entrada libre.