La única especialidad que no ha abandonado es su obra sobre lienzo y el acrílico que cubre la superficie. En él retoma constantemente una bipartita comprensión del espacio; el plano de tierra dorado, ocre, pardo, bronce, y el cielo azul, celeste, cian, turquesa.
La división es tan rotunda como los elementos que componen las imágenes, hombres de espaldas, observadores, o de frente y distraídos. Las figuras solitarias que en tantas ocasiones aparecen en su pintura –que recuerdan inevitablemente a Edward Hopper– reúnen los tonos de ambos espacios, la luz perfila el vestuario y delimita sus facciones. Son figuras contemplativas en espacios semidesnudos, enmarcadas en encuadres cinematográficos que describen los momentos que carecen de importancia en la vida de los personajes, si personajes fueran. Maniquíes o cuerpos humanos arquetípicos, transeúntes sobre todo. La vida de estos protagonistas de estatura media no continúa fuera de la imagen capturada.
Hopper y Hockney
Las sombras arrojadas de los protagonistas anónimos sobre el pavimento aparecen en la mayor parte de los cuadros, con idéntica nitidez y calidad gestual que los cuerpos que retrata en posiciones descansadas. Los hombres y mujeres que Pacheco trae al lienzo se caracterizan por la falta de elocuencia, carecen de un movimiento o una expresión corporal que refleje un estado interior específico. Los sujetos muestran un interés por la vista que contemplan, el mismo interés que el espectador al detenerse a observar la obra. La posición de los hombres de gabardina que nos dan la espalda en El Camino o la actitud de la mujer sentada en La Espera se acercan a la situación física de cualquier persona en una galería o un museo observando una obra de arte.
El camino, Sombras, Escalinata, Arquitectura, La Espera, son algunos títulos de la exposición que presenta Distrito 4, reuniendo obras de Joaquín Pacheco desde 2007 hasta la actualidad. Con ellos, el artista ya está nombrando lo que pertenece a sus imágenes, la tranquilidad. Las pinturas seleccionadas parecen fijar las “pequeñas historias de la espera”, en una plaza, en unas escaleras, museo o uno de los escenarios más atractivos para el artista, la playa, símbolo de vacaciones y placer pausado. Algo que ver también con las atmósferas de siesta de David Hockney, los reflejos del agua y el cristal, la calma.
Madrid. Joaquín Pacheco. 2007-2010. Galería Distrito 4.
Hasta el 14 de mayo de 2010.