La trama se sitúa en las afueras de Jerusalén, en la época de la primera cruzada. Armida es una hechicera, a la que Rossini presenta como mujer fatal, que aliada con Idraote, su tío y a la sazón rey de Damasco, y con la ayuda de fuerzas diabólicas, busca que los cruzados no alcancen sus objetivos. Gracias a sus malas artes, logra que Rinaldo, que ha sido elegido por Goffredo comandante de los cristianos para liderar la causa, se enamore de ella, hasta el punto de que Rinaldo matará en duelo a Gernando, que aspiraba a ser designado en su puesto.
Isla fantástica
Armida se retira a su isla seguida de Rinaldo, donde las ninfas y el poder de la hechicera hacen que el caballero cristiano olvide por completo sus obligaciones militares. Dos cruzados, Ubaldo y Carlo, son enviados a rescatarle. Los caballeros quedan asombrados por el lugar, pero finalmente lograrán hacer recordar a Rinaldo su pasado y sus obligaciones, consiguiendo huir los tres. Enterada Armida, sale en su persecución, pero no logra convencerle, por lo que se venga destruyendo con furia el palacio del placer. Romance, historia de fantasía, que se sale de los moldes habituales de las óperas serias y bufas del compositor italiano.
La producción de Mary Zimmerman nos propone en el primer acto un espacio en semicírculo con puertas que funciona medianamente bien, pero que decepciona cuando nos traslada en el segundo acto al palacio y los jardines de la isla fantástica.
Pérdida de sentido
El lugar pierde sentido con el uso de flores de papel, animales de cartón que se mueven verticalmente o las alas de murciélago que invaden el escenario. No convence tampoco el movimiento escénico de los demonios (o ratones gigantes) ni la coreografía del ballet.
Entre el segundo y el tercer acto se produjeron bastantes abandonos entre el público. Por destacar algo positivo de la puesta en escena, citar las intervenciones de Amor y Venganza, papeles no cantados ni hablados.
Fleming defrauda
Ópera para soprano y seis tenores, tenía uno de sus principales atractivos en la presencia de Renée Fleming en el papel titular. Dotada de una bella voz y jugando en campo propio (su mera presencia en el escenario provoca aplausos), hace una interpretación musical sólo discreta, con problemas en el fraseo, y guardando el mejor momento para el aria final, en la que luce coloratura pero no se esfuerza en el agudo. Tampoco tuvo una actuación interpretativa adecuada.
De los tenores, John Osborn fue un correcto Goffredo, sin lucimiento especial, mientras que Yesghishe Manucharyan (Eustazio) deja entrever algunos atisbos de calidad.
Muy bien los caballeros Ubaldo y Carlo, representados respectivamente por Kobie van Rensburg (uno se queda con las ganas de verlo en un papel más comprometido) y Barry Banks (sobrado para el compromiso).
Lawrance Brownlee (Rinaldo), tenor ligero, fue el gran triunfador de la velada con una entregada actuación y emisión de agudos de buena ejecución. José Manuel Zapata, en un teatro en el que es difícil proyectar la voz, lució su potencia no exenta de la cualidad requerida para el papel de Gernando.
Ricardo Frizza no supo sacar toda la calidad que atesora la orquesta, en la que sobresalieron los solos de cello y violín.
Nueva York. Armida. Metropolitan Opera House de Nueva York.
16 de abril de 2010.